El paraíso del pop español

Media hora antes de arrancar la 11ª edición del festival de pop Sonorama -este fin de semana en Aranda de Duero (Burgos)-, el parte de guerra pintaba dramático: días atrás causó baja del cartel Lagartija Nick por accidente del cantante; la noche anterior también se cayó Facto Delafé por otro percance: mientras actuaba en San Sebastián un golpe de aire desprendió el techo del escenario e hirió al cantante; además, uno de los técnicos se confundió colocando unos cables con un resultado catastrófico: el borrado de la prueba de sonido de Lori Meyers y Gogol Bordello. Lejos de necesitar un litro de tila por tanto descalabro, el director del festival, Javier Ajenjo, de 34 años, se movía por la zona de backstage tan campante, como si la cosa no fuese con él. "¿Nervioso, yo? Con todo lo que hemos pasado, lo que ocurre ahora mismo es de carácter leve", comenta con una sonrisa. Lleva en sus manos un cartel del festival, que se dispone a pegar en una de las paredes del recinto en un alarde de la filosofía aquí-todos-hacemos-de-todo. Existe tal grado de confianza entre la organización y los grupos que no se firman contratos. Y ninguna de las 200 personas que trabajan ingresa un solo euro. Un festival diferente, cocinado, como un buen lechazo de la zona, desde la asociación cultural sin ánimo de lucro Art de Troya. También distinto por el cartel, enfocado a ese pop independiente español que tan aprovechables bandas está fabricando: Deluxe, Sidonie, Lori Meyers, Quique González, Iván Ferreiro... Éstos y una treintena de bandas congregaron, en tres días, a unas 20.000 personas. El triunfador: los granadinos Lori Meyers. Ver a 8.000 personas coreando las canciones de esos veinteañeros se parece mucho a tener una escena pop española robusta y sin depender de las esclavitudes de las radiofórmulas. Bien por ellos.