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Reportaje:

Los chicos de la película

Carlos Amil rueda con protagonistas infantiles 'A casa da luz', de Xabier Docampo

Exterior día (y tanto, el sol aplana). En una plaza rodeada de casas de piedra, entra corriendo un grupo de niños extrañamente vestidos -cinco con unas holapandas tipo teletubbie, color gris, el sexto con andrajos también grises-. Suenan silbatos y el grupo se para, asustado, hasta que uno señala hacia un lado y grita "¡por esa puerta!" y por ella se precipita, seguido del resto. A tiempo para zafar de una patrulla de policías futuristas que entra en campo al trote.

La puerta es la del antiguo mercado de abastos de Betanzos, rodeada de una tela verde que en el argot audiovisual se llama croma key y permitirá que en esa superficie se incruste después cualquier imagen que se precise. Y esto es una película. En concreto la toma 8 del plano 1 de la secuencia 19 de A casa da luz, basada en la novela del mismo título del escritor Xabier Docampo, y dirigida por Carlos Amil para Vimbio Films.

Los seis niños fueron elegidos entre 1.600 chavales de toda Galicia
En el film, una pandilla descubre que hay vida dentro de los cuadros

Los seis que escapaban de la patrulla policial son los protagonistas del filme. Tienen entre ocho y 13 años. A casa da luz es de las pocas, sino la primera, de las películas para todos los públicos (es decir, también para el público infantil) hecha en gallego con personajes de carne y hueso, no animados. Y de las pocas en que los protagonistas no tenían experiencia actoral alguna. Antón Sampedro y Javier López, los mayores, que hacen los papeles de Anxo y Álvaro, son, respectivamente de Santiago y A Coruña. Sheila Carbia (Alba) es de A Estrada, Jorge Taboada (Amadeo) es de Ordes y Agustina Bentos (Alicia) y Claudia Peña (Lucrecia) son de Monforte de Lemos, aunque originarias de Uruguay y la República Dominicana. Fueron seleccionados entre 1.600 chavales de toda Galicia.

"Dimos con ellos cuando ya pensábamos que no encontraríamos lo que queríamos, porque hay muchos con espontaneidad, pero que delante de una cámara se cortan, o sobreactúan, y eso se puede corregir con tiempo, pero tiempo es lo que no teníamos", señala Amil. "A estas edades, estiran de un día para otro, incluso ahora los vigilo para que no coman o no crezcan mucho", bromea sólo a medias el director. "Encontramos unos 40 capaces de actuar, pero sólo ellos daban el perfil", señala el productor, Xosé Xoán Cabanas Cao. La única preparación interpretativa que han recibido ha sido un campamento en el que han participado, "pero sobre todo para que hiciesen pandilla".

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Cabanas Cao es el responsable de que Amil, al que ya produjo su primera película, Blanca Madison (2000), haya desoído el consejo gremial de no dirigir a niños ni a animales. Y no sólo porque es el que ha buscado la financiación. A casa da luz, la novela (Edicións Xerais, 2002), surgió hace diez años de una conversación de Cabanas con Xabier P. Docampo. "Nació como un argumento cinematográfico, pero como las cosas en el audiovisual van despacio, o no van, lo acabé convirtiendo en novela", recuerda el escritor, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 1995. "La novela es mejor, desde luego", contesta riendo a la pregunta típica de si está contento con la adaptación. "Los personajes tienen vida propia, y la novela cuenta lo que les pasa de una forma, y la película de otra", dice Docampo, que asiste un par de veces por semana al rodaje, para contar su desarrollo en su blog. "Pero no abro nunca la boca para decir si algo me gusta o no", promete. (Según el blog, más bien le gusta).

"No tiene nada que ver con la novela", confirma Antón Sampedro, que con Javier López, son los dos que se la habían leído antes de ser llamados para interpretarla. "Va de una pandilla que descubren que dentro de los cuadros hay vida", resume Antón, entre las protestas de sus compañeros, que prefieren mantener el misterio. Cuando la leyeron, ni él ni Javier se imaginaban que los protagonistas se parecieran a ellos. Javier, de hecho, reconoce que se identificaba como Duarte, uno de los protagonistas adultos, que ahora encarna Gustavo Pernas. El otro, Pumariño, lo interpreta Xosé Manuel Olveira.

El rodaje se inició hace unas semanas en Baio, y finalizará a tiempo para que los chicos de la película (en toda la expresión) vuelvan a clase. "La verdad, a veces me ponen la cabeza loca, pero separan muy bien los momentos de jugar de aquellos en los que toca actuar", comenta Amil en la presentación a los medios. Apenas una hora después, en Betanzos, mientras da instrucciones para la toma 8/plano 1/secuencia 19, el director reconviene cariñosamente al que parece el benjamín, Jorge/Amadeo: "¡Estás aprendiendo mucho tú!". "Así son los mayores, no nos dejan hablar", retruca Claudia/Lucrecia con falsa afectación y en un gallego con un levísimo rastro de su origen dominicano.

Los protagonistas se acercan a un barco durante el rodaje de la película <i>A casa da luz</i>, en A Coruña.
Los protagonistas se acercan a un barco durante el rodaje de la película A casa da luz, en A Coruña.

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