"Phelps necesita tres horas de siesta"
Mark Schubert (Elkhart, Indiana; 70 años) no es cualquier animal de piscina. Tiene, como tantos otros técnicos, la piel curtida por el sol de California y el cloro de las pozas. Sólo que él ha visto más mundo que ninguno. Es el director técnico de la natación de Estados Unidos desde 1980. Desde entonces no se ha perdido unos Juegos. Tampoco los de Pekín. Ayer se movía por el interior del Cubo como un lagarto inquieto. Siempre sonriente, siempre al loro.
Pregunta. ¿Vive Michael Phelps como un nadador normal?
Respuesta. Muy normal. Le gustan los juegos electrónicos y las cartas. Y en Colorado Springs, durante la concentración, jugó mucho a un juego de mesa que se llama Risk. Se enganchó porque es muy competitivo hasta para los juegos de estrategia.
P. ¿Pero no le proporcionan ninguna atención especial?
R. El único tratamiento especial que recibe es el que le puede ayudar a sobrellevar el calendario de pruebas. Lleva más tiempo en bañador que los demás y eso exige alimentos: bebida y barritas energéticas a pie de piscina. También dispone de más tiempo de los fisioterapeutas para los masajes. Lo más importante es que duerma. Duerme unas seis horas por la noche y a la siesta se echa tres horas que son críticas. Son imprescindibles para recuperarse del esfuerzo.
P. ¿No le molestan los ruidos?
R. Usa tapones para los oídos.
P. ¿Con quién duerme?
R. En un piso con Bryan Lochte, Larsen Jensen, Peter Vanderkay y Eric Vendt.
P. ¿Qué carrera suya le ha impresionado más?
R. El 400 estilos fue increíble. Nadó de forma que me hizo pensar que bajar de cuatro minutos es posible. Bowman, su técnico, me avisó de que haría 4m 3s.
P. ¿Cómo consigue levantarse a las cuatro de la mañana y nadar dos carreras entre las diez y las once a ese nivel?
R. Eso no es nada. Durante los próximos siete días nadará 60.000 metros en la piscina de calentamiento para calentarse y enfriarse. Para la mayoría de nuestros nadadores, sólo sus entrenamientos durante los Juegos supondrían una dura semana de trabajo. Para él, es sólo calentarse y enfriarse. Cuando hace trabajo de intensidad, en una semana nada lo mismo: 70.000 metros.
P. ¿Cómo hace para ahorrar energía durante las pruebas?
R. Su mentalidad es perfecta: nunca se pone en tensión hasta la final. Sabe cuándo excitarse y cuándo desenchufar.
P. Da la sensación de que mejora cada día.
R. Sigue un plan. Se está midiendo en las series y muestra su mejor versión en las finales. Pero todavía le queda el principal escollo: los 100 mariposa y los 200 estilos. Bowman dice que nunca ha nadado tan bien los 100 mariposa en los entrenamientos y que su marca será grandiosa. En los 200 estoy seguro de que Lochte le dará problemas. Nunca descarte a Lochte. Si en los 400 estilos fue bronce era porque tenía diarrea.
P. La técnica de mariposa de Phelps siempre fue perfecta. ¿En qué ha mejorado?
R. Su natación bajo el agua se ha perfeccionado en los últimos tres años hasta el punto de que en el último viraje es invencible. Yo siempre creí que Lochte tenía el mejor nado subacuático del mundo. Pero ahora, cuando ve que la carrera se le complica, Michael tiene la habilidad de usar el último viraje como arma. Si nadas contra él, antes del último viraje tienes que estar muy por delante. Si le ganas sólo por un metro, te cogerá.
P. ¿Cuántas patadas es capaz de dar bajo el agua?
R. Creo que no las cuenta. Pero usa su visión periférica para ver los flotadores y saber en qué momento salir a la superficie sin que le eliminen por saltarse el límite de los 15 metros.
P. ¿Cómo valora la participación de Estados Unidos?
R. Siempre se ha dicho que desde los Juegos de 1988 el mundo nos alcanzaba en natación. Hasta ahora, en Pekín, no estuvimos a la altura de nuestra tradición. De pronto, todo cambió. Tengo que atribuir el impulso a Jason Lezak, que en el ancla del relevo de 4x100 libre tuvo la actuación más fenomenal que he visto en unos Juegos [nadó en 46,06s, la posta más rápida de la historia]. Fue inspirador para todo el equipo. Fue como decir: "Todo es posible". Desde entonces, hemos empezado a ganar oros al ritmo acostumbrado. Empezamos a ser nosotros mismos.
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