Las incógnitas de José Tomás tras el fiasco de El Puerto
El diestro se pierde las citas de Gijón y San Sebastián y reaparecerá en Málaga
La cogida que sufrió José Tomás en la plaza de El Puerto de Santa María el domingo ha roto, una vez más, la temporada taurina. El torero no podrá acudir ni hoy ni el jueves a las ferias de Gijón y San Sebastián, respectivamente, donde estaba anunciado, y su reaparición será, con toda seguridad, el 20 de agosto en Málaga.
El torero se encuentra internado en la clínica Los Álamos, de Jerez de la Frontera, adonde fue trasladado después de que el cirujano Julio Mendoza lo operara en la enfermería de la plaza y firmara un parte médico en el que indicaba que Tomás sufre dos heridas: "La primera, en la región glútea derecha, con dos trayectorias, una de 8 centímetros y otra, de 6-7 centímetros; la segunda herida la presenta en la región axilar derecha en forma de estrella con disección de la arteria axilar, sin lesionarla. Fue intervenido bajo anestesia local y el pronóstico es grave".
Dejó una imagen de apatía y tristeza. Hay quien piensa que ya no es el que arrasó en Las Ventas
El propio doctor Mendoza señalaba ayer a este periódico que el diestro seguirá hospitalizado, al menos, hasta mañana, cuando decidirá si le da el alta, en función del estado de las heridas. El torero está bien y no tiene fiebre, aunque deberá guardar reposo algunos días por las molestias que le impiden la movilidad del brazo derecho.
José Tomás pierde dos corridas, a las que hay que sumar los cuatro compromisos -Alicante, Badajoz, Algeciras y Burgos- que no pudo cumplir tras la cogida sufrida en Las Ventas, con lo cual los 24 paseíllos que tenía previstos para la temporada han quedado reducidos, por el momento, a 18. A partir de Málaga, está anunciado en siete festejos: 24 de agosto, en Cuenca; el 26, en Almería; el 29, en Linares (Jaén); el 11 de septiembre, en Valladolid; el 16, en Salamanca; el 19, en Murcia, y, finalmente, el 21, en Barcelona.
Las cogidas que sufre José Tomás no sólo producen dolor al torero y hacen estragos en su cuenta corriente; también las padecen en sus bolsillos los empresarios, los aficionados y, no digamos, los reventas. A los primeros les crea, además, una gran inseguridad, pues la ausencia de un torero justifica la devolución de las entradas. En el caso de Tomás, con más razón, ya que se ha convertido en el atractivo fundamental de muchas ferias. A los reventas, que son legión, se les hunde el negocio del año.
Pero no acaba ahí la tormenta que acompaña a un ciclón de la fuerza de José Tomás. De entrada, su futuro es una incógnita. No le hace ningún favor que su toreo huela más a enfermería que a triunfo, a pesar de su contrastado valor, que le permitió, por ejemplo, mantenerse en el ruedo de El Puerto durante toda la corrida con dos cornadas.
Algo más: a un torero tan exigente como Tomás en cuanto a plazas, toros, compañeros y, sobre todo, honorarios estratosféricos no se le perdona un fallo. Está obligado a arrasar todas las tardes. Ésa es la máxima pretensión de quienes acuden en peregrinación allá donde se anuncia. Tomás es quien es porque su nombre es sinónimo de triunfo conmocionante. La imagen que dejó el domingo fue de apatía y tristeza. Y, otra vez, la anestesia...
Hay quien piensa ya que éste no es el José Tomás que arrasó en Las Ventas. Ojalá lo del domingo haya sido excepción y nunca tenga motivos para recordar la frase de su admirado Manolete: "La gente está más pendiente de lo que gano que de lo que hago".
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