DÍA 11
Estoy acojonado. Resulta que ayer, cuando mis viejos salieron a cenar, entré en su habitación y husmeé un poco. Lo he hecho toda la vida, no sé por qué (sí lo sé, pero no viene al caso). En la mesilla de noche de mi viejo había un libro que hojeé al azar, deteniéndome en un subrayado que decía así: "Para triunfar en la vida es preciso creer en algo, o sea, estar profundamente equivocado". Hostias, eso es escribir y no esta mierda que hago yo. De modo que para triunfar en la vida es preciso creer en algo, lo que a su vez implica estar profundamente equivocado. Es lo que llevo años intentando decir a mis viejos y decirme a mí mismo desde que me metieron en la mierda de la guardería, en la mierda de la ESO, en la mierda del bachillerato, en la mierda de la selectividad. Siempre he sabido, aunque lo he sabido sin palabras, que para creer en algo había que estar profundamente equivocado. El problema es que el único modo de triunfar en la vida es perseverando en el error. Me sorprende que mi padre, que me empuja a triunfar todos los días, haya subrayado una frase de ese calibre. ¿Por qué?
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Continúo hojeando el libro y encuentro otro subrayado, éste más largo: "La modalidad eficaz implica desarrollar demasiado el sector práctico de la mente en una especie de militarización del ser. Los problemas pasan a ser enemigos que enfrentar (y eventualmente destruir) y no amigos que incorporar. Los problemas no se resuelven del modo que conviene al problema, sino del modo que me conviene a mí. Hay como una falta de respeto por el problema, como esa falta de respeto que hay por la naturaleza cuando se poda la copa de un árbol en forma geométrica". Y el subrayado acaba en esta frase acojonante: "La modalidad práctica [de resolver problemas, se entiende] irrita a la modalidad zen y viceversa". Joder, qué cosas lee mi viejo. Y si las subraya es porque dicen algo, digo yo.
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