"El bañador nuevo me acelera sin querer"

Nina Alexandrova Yivanevskaya (Moscú, 1977) ganó la última medalla (bronce) de la natación española. Fue en Sidney, hace ocho años. En tiempos históricos, por lo que se ha visto. Hoy, los 100 metros espalda femeninos se han convertido en una de las pruebas más disputadas de la natación moderna. Son la vanguardia. Terreno de progresos recientes y de marcas asombrosas.

Pregunta. ¿A qué se debe este salto espectacular en las pruebas de espalda femeninas?

Respuesta. Creo que la espalda ha estado estancada. Ha habido mucha gente muy cerca de bajar del minuto que no lo ha hecho hasta 2008, cuando se ha puesto a punto para los Juegos. Las 13 primeras nadadoras en la historia en bajar del minuto en 100 espalda lo han hecho este año, con la excepción de Natalie Coughlin, que ya hizo 59,44 segundos en 2007.

"Me sorprende Coughlin. ¿Cómo ha podido crecer tanto esta niña?"

P. ¿Cómo ha hecho para volver después de parar y ser más rápida que antes?

R. Me hacía falta descanso. Terminé los Juegos de Atenas agotada por la presión de tantos años de competición. Con el año de maternidad que cogí pude descansar, y seguí nadando muy suavecito. Tres veces por semana para mantenerme en forma. A mi ritmo.

P. El adagio de la natación decía que si parabas, ya no podías regresar.

R. Si paras y no te cuidas, si subes de peso, si sales por la noche, volver te cuesta. Pero yo soy muy disciplinada. Quería retirarme en unos Juegos. Cuando se me mete algo entre ceja y ceja, voy a saco.

P. ¿Se entrena como cuando tenía 20 años?

R. En cada edad, hay lo que hay. Ahora me tuve que organizar la vida con la niña. No voy con la presión de antes. Si la niña está mala y no he dormido bien por la noche, al día siguiente no me entreno y ya está. No es como antes, cuando las sesiones de 5.000 metros no me las perdía por nada. Yo siempre dije que haría lo posible por clasificarme para los Juegos, pero no sacrificando mi tiempo con la niña. Primero es mi familia, luego el deporte.

P. ¿Cómo ve la clasificación para la final?

R. Es bastante difícil porque tendré que bajar del minuto. Tengo que hacer la carrera perfecta. Mi carrera perfecta consiste en hacer los primeros 50 metros en 29,3 segundos, pero con una frecuencia buena, larga, para no cansarme mucho. Si paso más rápido por el primer parcial, sería un error que me puede costar la final. Esto me preocupa.

P. ¿Por qué le cuesta regularse?

R. Porque necesito sentir la velocidad y la frecuencia. El bañador nuevo me cambia la frecuencia. Porque floto más y me acelero sin querer. En Japón iba muy rápido y después me costaba volver. En el segundo 50 lo notaba: '¡Uf, me he pasado!'. Me tengo que dosificar, pero sin pasarme de lenta.

P. ¿El bañador la ayuda o la perjudica?

R. Hay que saber llevarlo. De entrada, ayuda a los más fuertes y pesados. Yo soy algo pequeña y siempre he flotado muy arriba. Ahora me subo más todavía, y me cambia la forma de hacer la brazada. El barrido no es igual.

P. ¿Cuáles son sus rivales inmediatas?

R. Las que han nadado en 59 segundos largos. La alemana Spofforth, las japonesas Nakamura y Hanae, la australiana Edington... Van juntas, entre 59,8 y 59,9 segundos. En cuatro décimas nos jugamos la final. Yo soy la decimocuarta del ránking. Tengo que meterme entre las ocho primeras.

P. ¿Cómo ve a Coughlin?

R. Técnicamente siempre fue buena, nadaba con la cabeza arriba, sin moverla, equilibrada. Pero lo que me sorprende ahora es la fuerza de su brazada. Parece que lleva palas. Luego ha desarrollado una patada potentísima, que le permite nadar muy rápido bajo el agua en los virajes. Ha crecido mucho. Con 18 años me llevaba dos centímetros. Ahora me saca una cabeza. No la reconocí: '¿Es ella? ¿Cómo ha podido crecer esta niña tanto?'. Además, estaba más delgadita. Ahora se ha ensanchado.