¡Pablo...tú sí que vales!
Acababa de poner un gran par de banderillas al segundo de la tarde, cuando Pablo Hermoso de Mendoza, a lomos de ese gran caballo, hijo de Cagancho y de nombre Chenel, mientras era ovacionado desde los tendidos, fue obsequiado por parte de los blusas con ese grito de clara inspiración televisiva del título. A la postre, fue premonitorio.
En este toro, el primero de su lote, estuvo magistral tanto con la yegua torda rodada, Estella, que fue la encargada de parar al murube, como con Chenel, espectacular en su galope a dos pistas templando las embestidas. Fusilero, en las banderillas, con esas piruetas en la cara del astado que elevan la temperatura de los tendidos y Pirata con un extraordinario par, con las cortas, a dos manos. Lástima que errara con el acero, lo que le privó de un premio que ya se presumía. Pero el público paciente y muy a favor del de Estella toda la tarde, se resarció en el quinto, un toro parado y sin clase, al que Pablo doblegó a base de tesón y una dotes extraordinarias en la doma de sus cabalgaduras. Destacó con Ícaro, al que dejó llegar mucho ante su enemigo, emplazado en la arena sin prestarse a colaborar en la tarea, haciendo de ésta, un mayor mérito para el jinete. Un rejón de muerte efectista y muy efectivo a lomos de Pirata, desató el griterío de la plaza a vueltas con la valía de Hermoso de Mendoza.
Ganadería de Murube / João Moura, Pablo Hermoso de Mendoza y Álvaro Montes.
Seis toros de Murube preceptivamente despuntados para rejones. Desiguales de presentación y de hechuras. Destacó un sexto, Faraón de nombre, que se empleó fijo en las cabalgaduras con nobleza y bravura, muriendo en la boca de riego.
João Moura (A la Federica con casaca azul marino y oro): cinco rejones y dos descabellos (ligeros pitos); y metisaca y cuatro descabellos (pitos).
Pablo Hermoso de Mendoza (Traje campero con zahones y chaquetilla azul): Dos rejones (ovación y saludo desde el tercio); y rejonazo fulminante (dos orejas y petición de rabo).
Álvaro Montes (Traje campero con zahones y chaquetilla marrón): Rejón trasero y un descabello (ligera petición); y rejonazo certero (dos orejas).
Plaza de Toros de Vitoria. Lleno.
João Moura, fuera de sitio, abusó en exceso del castigo de las espuelas
Álvaro Montes, rejoneador jienense, recibió a su primer toro con la garrocha, componiendo una preciosa estampa de toreo campero añejo, pena que este tercero de la tarde destacó por sus malas cualidades, y ya desde la salida acusó una mansedumbre que marcó todo el devenir de su faena. Sin perjuicio de ello dejó destellos de calidad con Juguetón y Coquito, este último, un precioso hispano-luso de capa castaña, con el que puso banderillas cortas.
Pero la sorpresa estaba reservada para el final de la tarde. Este Faraón, a un mes de cumplir los seis años, fue fiel a su nombre. En cuanto a presentación, sobresalía con mucho de sus hermanos de camada, pero además derrochó bravura por la arena de la plaza. Fijo en las cabalgaduras de Montes, se empleó con hondura hasta que le aguantaron las fuerzas, hasta casi el final de la faena, muriendo en el centro del ruedo. Fue aplaudido en el arrastre, pero quizás fue poco el premio recibido. Con él, Álvaro Montes, construyó una faena armónica, recibiéndolo a lomos de Cuzco y templándolo muy bien con Jamo en galope de costado, dos ejemplares de tres sangres con una doma destacada. Con Sol, un caballo lusitano de nueve años, elevó el diapasón de la faena con unos jaleados pares con las banderillas cortas. Tras una lenta preparación se cobró un rejonazo certero, que fue el preludio de la ya comentada muerte en los medios de Faraón. Dos orejas fue el premio, quizá influyó en la decisión del presidente, el excelente juego del burel.
Muy poco que reseñar del otrora líder del arte de Marialva, João Moura, fuera de sitio y abusando en exceso del castigo de las espuelas en sus cabalgaduras. Destacó el nivel de doma de su caballo Castelo, un lusitano veterano con 13 años que evidenció su calidad con el cuarto de la tarde.
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