Un sacrificio por la causa

Si el Athletic echó ayer a la papelera una de esas normas no escritas que guían sus pasos fue para preservar las dos más importantes, "las notas esenciales de su personalidad"; las que, según su presidente, Fernando García Macua, hacen del bilbaíno un club único y orgulloso: la propiedad de los socios -Athletic, Madrid, Barcelona y Osasuna son los únicos clubes de la Primera División española que no son sociedad anónima- y su filosofía, ley suprema que sólo permite defender la causa rojiblanca a los futbolistas vascos. Si el socio quiere seguir siendo su dueño y desea que su equipo siga desafiando a la globalización, a la Ley Bosman y a la lógica con aldeanos, explicó, debe buscar dinero debajo de las piedras y la única que le quedaba por levantar era la que cubría su camiseta.

El Athletic halló petróleo en Muskiz. Allí tiene su gran refinería Petronor, la petrolera que en tres años inyectará seis millones de euros -algunos más si los leones se clasifican para la Champions o la Copa de la UEFA- a las famélicas arcas de Ibaigane. A cambio, la empresa que preside Josu Jon Imaz, ex líder del PNV, pasará a la historia como la primera que ocupó su pechera. "Petronor cumple con los requisitos", dijo García Macua, que alegó que es "profundamente vizcaína", se ha "distinguido" por crear "empleo y riqueza" y es una de "las principales contribuyentes" del territorio.

Unos se quejan amargamente por ver manchada la camiseta, otros creen escasos los dos millones que pondrá Petronor, pero los socios del Athletic han asumido con resignación la derogación de una de sus señas distintivas. El debate estaba superado. Hace años que la asamblea de compromisarios aprobó la inserción de publicidad. Fue cuando, tras los golosos y televisivos años 90, la época de las vacas flacas comenzó a intuirse.