La paradoja española
Pese a la purga de la Operación Puerto y la mayor crisis de patrocinadores, los ciclistas españoles triunfan donde van
Quizás la peripecia vital y deportiva de Carlos Sastre -las ojeras de su rostro fatigado y serenamente feliz en el podio de los Campos Elíseos, las arrugas que tanto reflejan el paso de los años como señalan cientos de experiencias vividas, y no todas hermosas- sería la mejor parábola de lo que, se mire como se mire, no deja de ser una paradoja. Dos años después de que la Operación Puerto procediera a la purga de la flor y nata de sus campeones -Joseba Beloki, Óscar Sevilla, Francisco Mancebo, Roberto Heras-, un año después de que la última gran figura emblemática, Iban Mayo, se sumergiera en un proceso por dopaje, el ciclismo español se encuentra ante la posibilidad de cerrar un año único: sólo la gran Francia de 1964, la de Jacques Anquetil logrando el doblete Giro-Tour y Raymond Poulidor ganando la Vuelta, ha conseguido en la historia apuntarse las tres grandes. Después de la victoria de Alberto Contador en el Giro y la de Sastre en el Tour, sólo falta que uno de los dos o cualquier otro, como Alejandro Valverde, Samuel Sánchez o Igor Antón, gane la Vuelta, lo que no sería tan extraño, para cerrar un círculo tan histórico como excepcional.
En 2003 había cuatro equipos nacionales. Ya sólo queda el Euskaltel
Vídeo: la victoria de Sastre en Alpe d'Huez |
Vídeo: la defensa del amarillo en la crono |
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En su carrera deportiva, Sastre, de 33 años, ha disputado 18 grandes rondas por etapas -ocho Tours, tres Giros y siete Vueltas- en las que, antes de ganarse la confianza de los directores para asumir el liderato, debió trabajar para otros compañeros como Laurent Jalabert, Beloki, Tyler Hamilton e Ivan Basso en dos equipos distintos: en el ONCE y en el CSC. Con el ONCE de Manolo Saiz, Sastre debutó en el Giro de 1999 (cuarto puesto de Jalabert) y estuvo en la Vuelta de 2001, la única gran carrera en la que se ha retirado. Lo hizo después de haber vivido dos experiencias de las que marcan arrugas: la primera fue obedecer a Saiz, que le mandó quedarse con su líder, Beloki (al que había ayudado a subir al podio del Tour ese mismo año), hundido en Envalira. Perdió 20 minutos y sus ilusiones de lograr una buena clasificación. La segunda, al día siguiente, cuando demostró que, en efecto, podría haber hecho un buen puesto al quedar segundo, tras su cuñado, Chava Jiménez, en la cronoescalada de Ordino-Arcalís. Con Saiz, rompió inmediatamente. Con Chava, desgraciadamente, pocas veces más pudo darse la alegría de compartir el podio.
Llegó al CSC, en el que le dieron libertad para la Vuelta, pero no en el Tour y en el Giro, en los que trabajó hasta 2005 para los podios de Hamilton y Basso. A Saiz y a su equipo se los llevó por delante la Operación Puerto, igual que a Basso y Hamilton. Sastre siguió, perseveró en su camino y acabó triunfando: todo un símbolo.
Alberto Contador ha ganado este año el Giro; Valverde fue el primer maillot amarillo del Tour; Sastre, el último; Óscar Freire, el verde. Los tres tienen en común el estar en equipos patrocinados por firmas no españolas, lo que añade un grado más de enjundia a la paradoja española. En el Tour de 2003, el quinto de Lance Armstrong, cuatro grandes empresas españolas financiaban a equipos que participaban en el Tour: ONCE, Banesto, Kelme y Euskaltel. Antes incluso de la Operación Puerto, mayo de 2006, ONCE, Kelme, víctima de una grave crisis económica, y Banesto habían dejado el ciclismo. Les sustituyeron en el patrocinio dos comunidades autónomas -Baleares y Valencia- y una compañía de seguros estadounidense. Pero después de 2006, ni eso. Queda el Euskaltel. Lo demás, viento. Algunas autonomías, Galicia, Andalucía, ayudan a equipos del segundo escalón, una categoría en la que se dan casos como el del Extremadura, que se financia con donativos. Y el último proyecto español del ProTour, el Saunier Duval, firma francesa, corre peligro de desaparecer tras retirarse del Tour con el positivo de Riccardo Riccò.
Y, pese a todo ello, pese a este panorama desolador, al que habría que añadir la crisis de la Vuelta (Antena 3 ha tenido que vender el 49% al Tour para no seguir perdiendo dinero con ella) y la desaparición de prácticamente todas las carreras de la pantalla de televisión, de España siguen saliendo los mejores ciclistas del mundo.
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