Ojo con los viejos
Hay viejos para todos los gustos. Depende de las circunstancias, como con todo, perros y bebés incluidos. Hace poco, alguien de 65 años era persona mayor e incluso vieja. La cosa ha cambiado bastante. Madrid está tomado serenamente estos días por artistas a los que algunos llaman viejos, pero ojo con ellos.
El viernes deslumbró el italiano Paolo Conte (1937). Ayer volvió a entusiasmar Pablo Milanés (65 años), que pertenece a la fructífera cosecha del 43, donde están Mick Jagger, Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute o Teddy Bautista, que siguen en primera línea, cada cual en lo suyo, claro. Hoy, domingo, la oferta es exquisita: Georges Moustaki (1934) o John Mayal (1933).
El jueves se lo monta el cantante y compositor Paul Anka (1941), que ya está en todas las enciclopedias, entre otras cosas como autor de My way, que Sinatra bordó.
A su manera, son todos ellos pesos pesados. Hace unos días sentó cátedra aquí el mítico Bob Dylan (1941), que está poderoso. Palabras mayores. Eso por no hablar de Leonard Cohen (1934), que ha recalado en España dejando pasmados a los públicos. Casi todos los grandes siguen en la brecha con ese empaque y la sabiduría que dan los años.
En política no ocurre lo mismo, aparentemente (Fraga es de otra especie). En casi todas las cosas importantes hay algún viejo por medio. Grandes empresas, grandes bancos, grandes tinglados. Es seguro que Ruiz-Gallardón tiene algún gurú de edad provecta y lúcida. Los viejos juiciosos saben más que el demonio y casi nada les espanta, ni la muerte. Se les teme porque son escépticos y saben reírse del mundo. Eso da mucho poderío.
Para que haya de todo, el jueves actúa en La Gruta un grupo montaraz de power-pop, Mata a Tus Ídolos. Que tiemblen los viejos y las estatuas, pero no demasiado.
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