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Reportaje:

Al calor del saxo de Maceo

El acompañante de James Brown homenajea a Ray Charles

El sol pega los últimos rayos de la tarde en el Patio del Conde Duque en Madrid. Robert, de 50 años y su hija María, de 18, son los únicos sentados en los palcos. El rojo cangrejo de su piel les delata: "Somos belgas, hemos visto que tocaba y allí sólo lo hace en sitios grandes, que no suenan muy bien".

Poco a poco, el aforo de 2.600 personas llena los palcos y la pequeña pista frente al escenario -sólo se han quedado siete entradas sin vender, dicen desde la organización-. Maceo Parker, el protagonista de esta noche, el rey del saxo, y maestro de jazz, funk y soul, podría ser abuelo y padre de los amigos belgas. Pero a sus 65 años (nació en Kinston, en Carolina del Norte, en Estados Unidos), pisa el escenario con conocimiento de quién manda ahí.

Actúan con él 22 músicos de la WDR Big Band de Colonia
Ha rejuvenecido su sonido, gracias a su hijo, el rapero Corey Parker

Le acompaña la banda WDR Big Band, de la televisión de Colonia (Alemania): 22 músicos, sobre todo vientos, bien empastados, con un director, Michael Abene, cuyo acento británico cerrado pocos entienden. La atención se centra en el jefe. Maceo luce gafas oscuras, y no porque el sol siga pegando. Hay otro motivo: la primera parte del concierto está dedicada a otro grande de la música negra del siglo XX, a Ray Charles, la sufrida leyenda -se quedó ciego a los siete años y estuvo 20 enganchado a la heroína- de soul y jazz, fallecida hace cuatro años. Un homenaje a la altura, sobre el escenario y en disco: su último álbum publicado, Roots and grooves, es una selección del mítico pianista ciego.

"Una vez intenté tocar el saxo, estuve soplando durante cinco minutos y no conseguí que sonará más que eso, un soplido", suelta Pablo, de 28 años. Por eso, él y su amigo Domingo, dos años más mayor, tocan en un grupo de punk. "En tres minutos conseguimos que suene algo", se ríen. Y de punk sabe la estrella del escenario. Durante varios años acompañó a James Brown, un punk en actitud mucho antes de que existiesen las crestas. Dicen que Maceo y su saxo pasaron a la historia del funk, el jazz y el soul, y por extensión de la música del siglo pasado, por casualidades de la vida. Los sesenta llegaban a su ecuador cuando el padrino del soul quiso contratar al hermano de Maceo, Melvin Parker, para tocar la batería en su banda. Pero donde cabe uno, lo hacen dos, así que el pequeño de los Parker pasó a engrosar el engranaje del todopoderoso. Un acierto.

Pocos saxos suenan como el suyo en Sex machine, álbum de James Brown imprescindible para comprender la música popular actual (sobre todo el hip hop). Eso sí, su carrera no es ni mucho menos la de acompañante. Y sobre el escenario de los Veranos de la Villa de la capital quedan pocas dudas al respecto. Además de haber trabajado con otro grande del funk como George Clinton en los setenta, y de estrellas más "recientes" como Prince, su trayectoria tiene luz propia: desde principios de los noventa vive una segunda juventud en solitario en la que ha rejuvenecido su sonido (mucho tiene que ver su hijo, el rapero Corey Parker).

Un descanso de quince minutos es tiempo suficiente para ir a la barra. O eso piensa el público, en gran parte bien entrado en la treintena. Los 35, 40 y 45 euros -según sea pista, palco lateral o central- molestan a alguno. "Luego dicen que los jóvenes no consumen música", protesta Antonio, de 26 años. "Anda, que es Maceo, tío", responde su chica Sonia, antes de empezar a bailar. En la segunda parte del concierto hay más improvisación y movimiento.

En las butacas, sin embargo, casi todos están sentados. Padre e hija belga se encuentran de pie, bailando -comedidamente, eso sí-, mientras suena Advanced funk en el tramo final. Ambos están aún más rojos que antes, ¿será por las horas de sol o por el saxo de Maceo Parker?

Maceo Parker, durante su actuación en el Conde Duque.
Maceo Parker, durante su actuación en el Conde Duque.SANTI BURGOS

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