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Brown se juega el futuro en las elecciones de Glasgow

La elección de un escaño vacante en la circunscripción de Glasgow Este se ha convertido en el epicentro de la política nacional británica, porque de la votación celebrada ayer -aunque los resultados no se conocerán hasta hoy- depende el futuro de Gordon Brown. Con una de las cotas de popularidad más bajas desde la posguerra y pese a haber cumplido tan sólo un año de Gobierno, el primer ministro afronta el reto de retener el que era considerado hasta hace poco uno de los más sólidos bastiones laboristas.

Si bien los últimos sondeos otorgaban una clara ventaja a los laboristas, la liza en esta deprimida circunscripción de la principal ciudad escocesa -donde la esperanza de vida para los hombres es cinco años inferior a la media de la autonomía y el nivel de dependencia de los subsidios estatales es uno de los más altos del Reino Unido- se presentaba abierta, ante la incisiva presión de los independentistas del Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés). Su líder y primer ministro de Escocia, Alex Salmond, repetía anoche que un "terremoto es posible", es decir, pulverizar la mayoría obtenida por los laboristas en 2005, cuando recabaron el 60% de los votos.

Voto de castigo

El aparato laborista se movilizó a lo largo de la jornada electoral para contrarrestar la apatía de sus fieles y ante el temor a un voto de castigo en protesta por la crisis económica, el incremento del nivel de vida y, sobre todo, el precio de los carburantes. "¿Por qué pagamos tanto si Escocia produce petróleo?", ha sido una de las preguntas más reiterativas a lo largo de la campaña, una bofetada al escocés Brown que entronca con los postulados independentistas del SNP.

La renuncia del titular del escaño de Glasgow Este, David Marshall, el pasado junio por motivos de salud, se produjo en un momento especialmente crítico para el laborismo. Su liderazgo en Escocia se vio descabezado ese mismo mes con la dimisión de Wendy Alexander a raíz de las irregularidades detectadas en la financiación de su campaña, mientras el apoyo popular a Brown a nivel nacional seguía en caída libre.

Las últimas encuestas revelan que la oposición conservadora goza de una ventaja de 20 puntos, cifra que, proyectada a unas elecciones generales, se traduciría en una mayoría de 200 escaños para el partido de David Cameron.

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