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Reportaje:

El rapsoda y la muchachada

El septuagenario Leonard Cohen encabeza el cartel del FIB

Pocos hubieran podido predecir hace un año que, en plena vorágine festivalera, con una competencia cada vez más atroz entre los grandes certámenes del verano, el clásico entre los clásicos de nuestra festivalia ibérica, el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), encumbraría a Leonard Cohen como su apuesta más destacada para esta edición. Nadie va a discutir a estas alturas la enorme aportación del canadiense a la historia con mayúsculas de la música popular de nuestro tiempo, pero desde luego resulta algo chocante imaginarse a un hombre de más de setenta años convertido en la máxima atracción para un público que, en su mayoría, apenas supera la postadolescencia. Actuando ante miles de jóvenes que podrían ser sus nietos. De hecho, algunos de ellos, los más jóvenes, puede que ni siquiera hubieran nacido cuando Cohen visitó por última vez nuestro país, en mayo de 1993. José Morán, director del festival, piensa que Leonard Cohen "es historia viva. Un espejo en el que hay que mirarse, un grande de la música. Es como tener a Neil Young o a Lou Reed. Es un lujo, y, por su edad no creo que sea fácil volver a verle en directo muchas más veces".

El FIB espera reunir este fin de semana a cerca de 35.000 asistentes diarios
El autor de 'Suzanne' actúa el domingo con una banda de 10 músicos

Cualquiera que haya seguido con cierta atención la trayectoria del certamen sabrá que, más allá de clichés y estereotipos, no es la primera vez que el FIB apuesta por artistas tan veteranos. En ediciones pasadas lo hizo, no sin ciertos riesgos, con Lou Reed, Arthur Lee (de Love) o Brian Wilson, todos ellos más allá de los 60 años: "Apostamos por la calidad, pero sin criterios herméticos", afirma Morán, quien cree que "para eso tenemos distintos escenarios. Un festival ha de tener esta versatilidad. Habrá gente que diga ¿Leonard qué? Y gente que diga: ¡guau!, ¡Leonard Cohen! También hay que tener en cuenta que el festival no vende solo música, vende una experiencia".

Tener al cantante y poeta canadiense en Benicàssim no ha sido fácil. De hecho, hubo un tira y afloja que a punto estuvo de dar al traste con su presencia, y que suscitó toda una rumorología detrás. Ana Sanabia, responsable de contratación del festival, afirma que "en febrero se confirmó al artista, y nunca dejó de estar confirmado. El único problema fue más tarde a la hora de organizar la logística, que es cuando se encuentran problemas concretos". El impasse de incertidumbre se prolongó durante unas semanas porque "tenían una fecha anterior en Portugal y la siguiente en Niza, y era complicado organizarlo todo ya que el equipo técnico que lleva es muy numeroso. Y él no tiene 15 años. Nunca llegó a estar cancelado, lo que ocurre es que hasta que ellos no lo tuvieron muy claro no quisieron confirmarlo".

El autor de Suzanne aparecerá el domingo 20 en escena acompañado por una banda de diez músicos (entre ellos el español Javier Mas, ex guitarrista de Maria del Mar Bonet) y un coro femenino de tres voces. Y actuará, a diferencia del resto de cabezas de cartel -como Morrissey, Mika, Gnarls Barkley o My Bloody Valentine, quienes también estarán casi todos el sábado en Madrid, dentro del nuevo gemelo capitalino del FIB, el Saturday Night Fiber-, solo en Benicàssim, en la noche del domingo. Y es que el año pasado ya se anunció la posibilidad de organizar un día de conciertos paralelo el de Benicàssim, en el norte de España, pero finalmente la organización se decantó por Madrid.

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Y fue precisamente a las pocas semanas de que el Summercase -festival de la competencia que se celebra simultáneamente en Madrid y Barcelona- anunciase su fecha de celebración, coincidente con el FIB de este año. ¿Fue llevarlo a Madrid una contraprogramación por parte del festival benicense? José Morán contesta rotundo que "no, ya que eso hubiera sido una incongruencia. Hemos venido a Madrid porque finalmente en el norte no se alcanzaron los niveles de calidad que buscábamos y vinimos a Madrid por ser una ciudad con seis millones y ser el lugar donde tenemos la oficina nos sería todo mucho más fácil. Nuestra decisión no responde a una guerra o a una respuesta porque alguien haya hecho una metedura de pata, programando el mismo fin de semana que nosotros".

El FIB espera reunir este fin de semana, de jueves a domingo, a cerca de 35.000 asistentes diarios, en medio de un panorama tan saturado de eventos musicales que hace tiempo que huele a severa reestructuración: "Tiene que haber un reajuste, como lo ha habido en el mercado de la construcción y en otros similares", dice José Morán, quien estima que "este año todos han perdido público, quizá con la única excepción del Sónar. Esto aguantará mientras ayuden las instituciones y los sponsors. Y sobrevivirán los que tengan las ideas más claras, como siempre".

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