El último barón
Chaves se hizo cargo de un partido dividido, en el que hoy no corre una brisa de contestación
"Aquí estoy, como siempre". De este modo, explicaba días atrás Manuel Chaves su decisión de optar por quinta vez a la secretaría general en el 11º Congreso del PSOE de Andalucía que comienza hoy. Desde que se hizo cargo de la federación más poderosa del PSOE en 1994, en un congreso a cara de perro con los guerristas, Chaves ha ido convirtiéndose en imprescindible en su partido hasta el punto de que su sucesión se está convirtiendo en un problema.
Chaves se hizo cargo de una organización en plena descomposición, dividido casi a partes iguales entre renovadores y guerristas, de obediencia ciega a Madrid, en plena situación de crisis económica, con numerosos casos de corrupción brotando en el planetario socialista y con unas elecciones autonómicas en ciernes. Las ganó por tan sólo cuatro escaños de diferencia sobre el PP de Javier Arenas.
Chaves ha pospuesto dos veces su relevo como líder
El socialista siempre busca los equilibrios internos
14 años después, en el potente PSOE andaluz no corre ni una leve brisa de contestación interna, donde Chaves se ha ganado a pulso el respeto, la admiración y el liderazgo a golpe de vencer en las seis elecciones a las que se ha presentado como presidente de la Junta, las dos últimas con mayoría absoluta, y de buscar siempre los equilibrios internos. "Es un patrimonio del partido", dice de él Javier Barrero, el líder de los socialistas onubenses, del también presidente de la ejecutiva federal.
Chaves es el último barón en activo de la generación de Felipe González, el único superviviente de un grupo que dirigió el socialismo desde la transición española y que con 63 años recién cumplidos sigue en primera línea. Con 44 años optó por primera vez a la presidencia de la Junta de Andalucía -responsabilidad que asumió a regañadientes- y cuando termine esta legislatura cumplirá 22 años en el cargo de los 30 que llevará el PSOE andaluz en el poder.
También batirá récord de permanencia al frente de la secretaría general de los socialistas andaluces, 18 años. Chaves va acumulando exitosos trienios a sus espaldas sin que se atisbe en el horizonte cuándo ni quién podría relevarle. Eso sí, ha expresado su deseo de que sea una mujer.
En dos ocasiones ha intentado abrir la puerta a su sucesión al frente del potente PSOE andaluz y en las dos ocasiones se han quedado en conatos. En el anterior congreso regional, Chaves planeó dejar la secretaría general en manos de la entonces vicesecretaria general Mar Moreno, la hoy número cuatro del PSOE federal, pero la operación se frustró por las suspicacias que levantaba la diputada por Jaén, uno de los fichajes de Chaves más potentes de los últimos años y a la que encargó en 2000 que "el problema del relevo no sea un problema". Luego barajó el nombre del secretario de Organización, Luis Pizarro, su mano derecha en el PSOE, pero también lo frenó por la exigencia de mayor poder interno planteada desde la agrupación de Sevilla.
En esta ocasión, Chaves lo ha vuelto a intentar. Sin éxito. Decidió pasarle el testigo de la secretaría general a Pizarro, pero los mensajes en contra de la operación pesaron más.
El líder andaluz ha reconocido que abrió una etapa de reflexión y una ronda de consultas y que "el sentir mayoritario" era que continuase. Se lo pidió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y también los ocho secretarios generales provinciales. En esas conversaciones pudo comprobar el vértigo que genera su relevo y las dudas que despertaba la operación, al abrir una etapa de interinidad sin ninguna cara de futuro decidida. Como siempre, Chaves tomó "la opción mejor para el partido", lo "más útil" para el PSOE al que ha dedicado toda su vida. ¿Hasta cuándo seguirá Chaves? Nadie lo sabe. Él, otra vez, se ha mostrado disponible a encabezar la lista en 2012. "Me retiraré cuando lo decidan mi partido o los andaluces", dijo hace dos semanas.
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