Concursos

A los concursos de preguntas, una fórmula elemental, las televisiones les dan vueltas y los reinventan. En principio, el espectáculo consiste en ver si alguien sabe algo o no. Ahí está el decano de los españoles, Saber y ganar (La 2). Cuatro ha estrenado esta semana Password, en el que un concursante, con sólo una, dos o tres palabras ha de lograr que su pareja acierte la contraseña propuesta. Una gimnasia con el vocabulario que también se practica, con otra fórmula, en Pasapalabra (Tele 5) y su célebre rosco final. Otro nuevo es Fifty fifty (Cuatro), con Silvia Jato. Ahí, el gancho, bien buscado, es que un miembro de la pareja concursante ha de refrendar, o no, la respuesta que da el primero. Corregirlo y equivocarse puede acarrear el reproche del compañero por soberbia o desconfianza. El viernes, en Alta tensión (Cuatro), los concursantes resolvieron sabiamente un panel donde se aparejaban el pintor y un modelo (Dalí-Gala, Ingres-Napoleón) y, paradójicamente, estos mismos concursantes, en otra prueba, colocaron a Ibsen y Brecht como dramaturgos británicos.

Hasta aquí todo normal. Pero hay algún especímen donde no da la sensación de que se busque premiar a quien más sabe. En esos casos, lo más divertido, en una perversión clarísima del género, es ver cómo alguien la pifia en temas elementales. El ejemplo más descarado es Date el bote (ETB). La semana pasada, una concursante no supo decir qué país habitan los zaireños. Algunas preguntas van a la búsqueda del equívoco picante o grotesco. Por ejemplo: ¿dónde tienen las mujeres el pelo más rizado? La respuesta correcta para el concurso es África, pero está claro que los ingenios de Date el bote deslizan al concursante hacia otra respuesta para montar la juerga. Es tal el repertorio de lindezas del programa que hay antologías en YouTube para recreo de los internautas. Francamente, resulta más divertido ver triunfar la inteligencia que la ignorancia.