El orgullo de Gay
Tras rozar la eliminación, el campeón corre los 100 metros en 9,77s
"Cuando alguien llega a tu país, te da una patada en el culo y, encima, bate el récord del mundo, es para pensárselo", decía Tyson Gay de Usain Bolt en vísperas de los trials, las pruebas de Estados Unidos que sirven para seleccionar el equipo olímpico. Sólo los tres primeros en cada especialidad lograrán plaza para Pekín y Gay, que disputará en la madrugada de hoy las semifinales y, seguramente, la final, es uno de los favoritos en los 100 metros. Lo demostró ayer batiendo el viejo récord de Estados Unidos, los 9,79s de Mo Greene, la marca que permanecía tras la limpia de los meteóricos y tramposos registros de Tim Montgomery y Justin Gatlin. En el venerable Hayward Field, de Eugene (Oregón), Gay corrió en 9,77s (viento a favor: 1,6 metros por segundo) y bajó por primera vez de los 9,80s. Un tiempo de ese calibre nunca se había conseguido en una ronda clasificatoria, en la que es contraproducente el sobreesfuerzo, lo que indica que para Gay era otra cosa. Para el triple campeón mundial en Osaka 2007 se trataba de una cuestión de orgullo y desesperación, dos actitudes íntimamente ligadas y doblemente alimentadas por varias patadas en el culo, no sólo la que le propinó Bolt.
En la primera serie de los campeonatos para ir a Pekín se confundió de meta y casi se paró
Dos horas después, superado el susto, consiguió el récord de Estados Unidos
El atletismo en Pekín 2008 |
Cuando el 31 de mayo el jamaicano Bolt batió ante sus narices y en Nueva York el récord (9,72s que hicieron parecer ridículos los 9,85s de Gay en la misma carrera, su segunda mejor marca de siempre), el estadounidense se tomó una semana de depresión. Después se puso en manos del mejor psicólogo con el que podía soñar, Jon Drummond, extravertido ex atleta y, coincidencia afortunada, técnico suyo desde el pasado invierno.
"Drummond me hizo ver que, si no hubiera frenado por la desesperación al verme superado por Bolt, habría bajado también de 9,80s", explicó Gay, quien contrató a Drummond, famoso por sus eléctricas salidas, para trabajar su punto más débil, la primera parte de la carrera; "eso me dio moral. También me hizo ver que corrí como el culo, literalmente. Que, en vez de lanzar las rodillas hacia delante y perseguirlas con el cuerpo, como Bolt, el de la increíble zancada, las tenía por detrás del busto y me daba con los talones en el culo".
Así confortado, se ha dedicado las últimas semanas de junio a destruir su técnica de salida y reconstruirla bajo la tutela de Drummond, con buen ojo para los detalles. Fue, más que un ajuste fino, un terremoto interior al que se sometió Gay, quien apareció confiado por Eugene: "Estoy para 9,70s". Lo necesitaba para enviar un mensaje a Bolt y al también jamaicano Asafa Powell, ex recordman, sus mayores rivales en Pekín. Y para reafirmar su autoconfianza, para convencerse de que estaba trabajando bien.
Todo ello lo demostró ayer. Pero casi no lo cuenta porque en la primera serie rozó el desastre. "Me confundí de línea", dijo Gay casi sumido en lágrimas al pensar que no se clasificaría; "no era la de meta, sino la de los 90 metros". Tan confiado estaba que 20 metros antes, tras comprobar que iba el primero, se puso casi a andar. Sólo cuando comprobó que empezaban a adelantarle otros volvió a correr. Terminó cuarto y, en la confusión del momento, pensó que había quedado eliminado.
Cuando supo que pasaba, volvió a consultar a Drummond. "Los campeones no pueden hundirse así", le dijo su técnico; "tendrá que hacer algo para olvidar este esperpento". La respuesta, un par de horas después: 9,77s, récord de Estados Unidos y tercer atleta más rápido, tras Bolt (9,72s) y Powell (9,74s).
Gay no fue el único que consiguió tres oros en Osaka (100 meros, 200 y 4x100). Su compatriota Allyson Felix también lo logró (200, 4x100 y 4x200). Y era tal el entusiasmo y la fe de la californiana que no dudó en aumentar sus objetivos para los Juegos añadiendo una prueba más. Siendo tan versátil la atleta de las interminables piernas y el finísimo cuerpo que podía elegir entre los 100 y los 400, se decantó finalmente por la distancia más corta por cuestión de calendario: los 200, su prueba fetiche, y los 400 serían incompatibles en Pekín.
También consciente de que la salida era lo que peor se le daba, la pupila de Bob Kersee hasta se compró unos tacos como los del Hayward Field para entrenarse en la pista de Los Ángeles. De nada le valió: pese a correr en 10,96s, una gran marca, Felix acabó quinta en los trials en la madrugada de ayer. El trío norteamericano estará formado por Muna Lee y las veteranas Lauryn Williams, campeona mundial en Helsinki 2005, y Torri Edwards, campeona en París 2003, que regresa tras una sanción por dopaje.
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