Un mochilero de incógnito
Una estrella del rock que da la impresión de no serlo. Eso es lo que hay que aplicarle a Chris Martin, la cabeza de Coldplay, el grupo que ha sido capaz de llevar a 300.000 británicos a las tiendas de discos en un solo día y endilgarles Viva la vida or death and all his friends (Viva la vida o la muerte y todos sus amigos), el último trabajo del grupo. Recibe en Londres, en una enorme suite, pero recibe tumbado en la moqueta. La simpleza de un botijo de Talavera de la Reina.
En España tiene usted cierta fama de divo. Aun así, ¿es un país que sigue gustándole?
¿Divo? no entiendo muy bien esa fama.
Sí, de niño pijo que sale en las revistas, tortas a los
paparazzi...
Si es así, presento mis disculpas, pero he estado muchas veces en España. Sin hacer nada de ruido.
Dígame la última vez.
Hace seis meses nos trasladamos a Barcelona para grabar un par de temas del último disco. Encontramos dos iglesias pequeñitas con una sonoridad fantástica.
¿Y qué lugares le inspiran más, cuáles son sus sitios favoritos de España?
Adoro el País Vasco. He estado allí muchas veces como un turista más, en plan mochilero.
Claro, teniendo 31 años da el pego. ¿Y qué llevaba en la mochila, cerámica de Talavera de la Reina? [El cantante mira con cara de pocos amigos, pero acepta la broma y ríe].
No, no... Lo que llevaba eran mis dos libros para aprender español. Lo he estado intentando.
¿Cómo ha sido el resultado de tanto estudio?
Digamos que no ha terminado yendo muy bien el aprendizaje... [ríe].
Siempre puede enseñarle su mujer, que estudió en Talavera [la actriz Gwyneth Paltrow es hija adoptiva de Talavera de la Reina, Toledo, donde vivió cuando era más joven para aprender castellano].
La gente de esa ciudad es maravillosa. Nos trataron como si fuéramos de allí. Incluso a Gwyneth le regalaron un terrenito para podernos construir una casita allí si queremos.
¿Y lo harán?
No demos pistas, que luego me llaman divo. [Más risas].
Uff, siento si le ha ofendido...
Ya lo tengo... [lo dice con cara de pillo y entrando en la dialéctica del humor]. Como soy un divo, la próxima vez que dé un concierto en España impondré mis condiciones...
¿Como por ejemplo?
Quiero tener un crucifijo enorme de chocolate en mi habitación y cinco perros blancos. Ah, además me gustaría que hubiera una foto de las Pussycat Dolls en cada uno de los baños de la suite.
Bueno, supongo que algún hotel podría arreglarlo. Pero en serio, la mitad del título de su último disco es en castellano, Viva la vida. ¿Tiene España algo que ver?
España no. Aunque sí mi interés por el idioma. El título sale de un viaje que hice a México. Fuimos a la casa de la pintora Frida Kahlo y allí vi un cuadro. Un bodegón de sandías con tanta fuerza y tan positivo... Se titula Viva la vida. Ahí tuve claro que el título del disco sería ése. Pasional, poderoso y lleno de vida, como México, como el disco.
¿Un lugar que le haya sorprendido especialmente?
[Después de pensárselo un rato y tal vez con cierto peloteo, contesta]. Un pequeño pueblo de la provincia de Cádiz. No sé muy bien cómo se pronuncia... [entonces suelta un palabro cuya traducción fonética al castellano recuerda a la palabra Zahara].
Pues en España, que acaba de celebrar a tope el 2 de mayo, eso de Viva la vida escrito sobre un cuadro de un artista francés no sé si va a gustar.
Seguro que sí. Delacroix es ya universal. Además, ya harán chistes con Ricky Martin y su Vida loca. Pero nosotros somos ingleses.
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