Agua y calidad de vida
El macrofenómeno de la Expo sigue impertérrito adelante, gota a gota, del mismo modo que la recién llegada ola de calor veraniego, que ha aposentado sus reales sobre nosotros con un calor propio del mismísimo desierto sahariano.
Está claro como el agua de manantial que nuestra ciudad no quiere que ella sea simplemente una mera sucesión de pabellones grandiosos, espectáculos o actividades.
Por el contrario, aspira a convertirse en un referente mundial sobre el agua y su gestión, tratando de dejar un legado bien vivo y comprometido que contribuya decisivamente a hacer un mundo mucho más sostenible del que hasta ahora tenemos ante nuestros ojos.
Se trata de un apasionante desafío en el que estamos involucrados todos y cada uno de los ciudadanos, al objeto de que las futuras generaciones puedan disponer de una mayor calidad de vida.
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