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Reportaje:EUROCOPA 2008 | Semifinales: Alemania-Turquía

Celebración doble en el corazón de Berlín

Miles de alemanes y turcos siguen en las calles el partido

El gol al límite del pequeño bávaro Lahm sacudió la ciudad de Berlín como un terremoto. La siempre renovada pasión alemana por su Nationalmannschaft no entiende de clases sociales, profesiones, sexos ni regiones. Acostumbrados al juego más bien espeso de los suyos, los 80 millones de incondicionales que siguen a los jugadores de Jogi Löw sólo esperan lo que ayer obtuvieron: la victoria. La jornada fue tranquila, según la policía.

Para la semifinal con Turquía, los medios alemanes no se habían ahorrado un solo lugar común sobre la "buena convivencia" y "el espíritu deportivo" entre los alemanes y los que un editorial del sesudo diario Frankfurter Allgemeine Zeitung había llamado, con ejemplar paternalismo, "nuestros turcos". Más de medio millón de alemanes tiene ascendencia turca. Y 1,7 millones de residentes en Alemania son ciudadanos turcos. Ayer se hablaba sin recato de "los dos corazones" que laten al parecer en tantos pechos.

La policía comunicó anoche sólo 11 detenciones, un balance mínimo

El ambiente previo al encuentro era festivo en las calles de la capital alemana, cuyo distrito gubernamental fue llenándose de aficionados desde el mediodía. Se dirigían a la fanmeile, la enorme zona habilitada tras la puerta de Brandeburgo para que los hinchas de ambos equipos siguieran el partido en pantallas gigantes. Muchos miles de alemanes con la bandera tricolor y miles de alemanes de origen turco con la media luna estampada en la tela roja que representa al país de sus antepasados. La confraternización se expresaba antes del encuentro en conversaciones como la que mantuvo Erkan, un joven envuelto en la bandera de Turquía, con un alemán que se empeñaba en abrazarlo cuando salía de la estación de Friedrichstrasse. Ostensiblemente borracho, el alemán obtuvo su abrazo tras un corto insistir y le largó un pequeño discurso al supuesto turco. "No he entendido casi nada porque habla un dialecto del sur", comentó Erkan, "pero me ha dado una especie de bienvenida. Bienvenido él, que yo soy de Kreuzberg" (un barrio de Berlín). Erkan tiene pasaporte alemán.

Medio millón de personas abarrotaban ya a las ocho de la tarde la enorme Avenida del 17 de Junio, tan cubierta de banderas patrias como durante las emisiones del Mundial de 2006, cuando volvieron a ser presentables las expresiones públicas y masivas de patriotismo alemán. La cerveza corría a raudales entre los seguidores del equipo blanquinegro. Los turcos, por regla general más afines al té y moderados en el trago, festejaban a sus jugadores enarbolando enseñas nacionales e incluso efigies de Mustafá Kemal Atatürk, el padre de los turcos.

La policía hablaba anoche de 11 detenciones en la zona de aficionados, un balance mínimo. Entre los hinchas del equipo turco, las caras eran largas pero la opinión más extendida era que, ahora, apoyarán a su segunda selección, la alemana, en la que incomprensiblemente no juega un solo alemán de ascendencia turca.

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