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Reportaje:Laboratorio de ideas

Caza mayor

Conflicto de intereses en la acusación contra dos gestores de Bear Stearns

El acta de acusación contra dos gestores de fondos de cobertura de Bear Stearns -Ralph Cioffi y Matthew Tannin- se basa en mensajes electrónicos enviados en marzo y abril de 2007, en los que expresaban su preocupación por los dos fondos que dirigían, poco antes de decir a los inversores que, hablando en general, pensaban que todo iba bastante bien. Los fondos quebraron en junio, y acabaron costando a esos inversores más de 650.000 millones de euros.

Aparte de las alegaciones de que Cioffi engañó a los inversores en lo relativo al ritmo de las liquidaciones, el acta de acusación podría estar a punto de describir más un debate que un engaño. El que se demuestre que Cioffi y Tannin fueron demasiado optimistas en sus conclusiones no los convierte automáticamente en delincuentes: después de todo, muchas empresas financieras se mostraron esperanzadas antes de perder miles de millones. Da la casualidad de que otro proyecto en el que ambos participaban -creado meses antes de que sus fondos se estancasen- está abierto a interpretaciones igualmente diferentes.

El vehículo inversor Everquest nació en septiembre de 2006, de acuerdo con una solicitud reglamentaria presentada en mayo de 2007. La idea era sacar el vehículo a Bolsa, una iniciativa que se abandonó seis semanas después, cuando los fondos de Bear Stearns gestionados por Cioffi y Tannin se hundieron.

De acuerdo con la instancia reglamentaria, a finales de 2006 Everquest era propietario de obligaciones de deuda colateralizadas y otros activos por un valor superior a 500 millones de euros. Al parecer, en su mayoría fueron adquiridos a los dos fondos de Bear Stearns. A cambio los fondos recibían acciones de Everquest y algo de efectivo.

Cioffi y Bear afloran durante toda la operación, revelando ampliamente sus conflictos de intereses. Los activos de Everquest, por ejemplo, podrían no haberse adquirido a un precio de mercado independiente. Por extrapolación, eso podría significar que ya en 2006 las inversiones que seguían en los dos fondos de Bear Stearns no estaban bien valoradas.

No hay pruebas de ello. Quizá en los frenéticos días del auge crediticio parecía buena idea pensar en vender al público inversor una cesta de obligaciones de deuda colateralizadas, difíciles de valorar, con nombres como Parapet. Y quizá Cioffi y compañía sencillamente buscaban una nueva corriente de ingresos por comisión.

Hay interpretaciones siniestras y otras relativamente generosas y lo que uno ha sabido después sobre lo ocurrido influye. Lo mismo ocurre con el acta de acusación del jueves. Ahora que se ha producido la crisis del crédito, no será fácil que los tribunales se planteen recordar cómo se veían las cosas durante el auge. Pero para llegar al fondo tendrán que intentarlo. -

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