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Reportaje:

A Coruña reivindica su historia

Modesta participación en la primera tanda de actos de los 800 años de la ciudad

Empezó a llover nada más estallar en el cielo el último cartucho de los 737 kilos de pólvora que alimentó la larga sesión de fuegos artificiales con la que se cerró el sábado el Fin de semana de la libertad en A Coruña. Fue la primera tanda de festividades de la programación ideada por el ayuntamiento para conmemorar durante los próximos meses los 800 años de la refundación de un lugar entonces bautizado como Crunia. Y la participación ciudadana, convocada a reivindicar su historia y el orgullo de ser coruñés no fue tan multitudinaria como se esperaba. Apenas unos cientos de vecinos asistieron en María Pita a la recreación medieval de un concejo municipal abierto, como los que se celebraban al aire libre en el siglo XIII, aunque en esta ocasión protagonizado por actores que interpretaron a ocho personajes clave de la historia coruñesa para reivindicar los valores de la tolerancia, la libertad y la hospitalidad.

La participación ciudadana no fue tan multitudinaria como se esperaba
María Pita, siempre guerrera, arrancó los mayores aplausos

Si bien la afluencia fue mayor en las calles de la Ciudad Vieja, punto neurálgico de esta celebración, que incluyó una ruta teatralizada por lugares históricos y un concierto de campanas, fue más por los ánimos de aprovechar la agradable temperatura nocturna previa a unas anunciadas tormentas que a un deseo expreso de hacer un recorrido por el pasado de A Coruña.

"Quen teña honra que me siga. Viva A Coruña!", arengó una siempre guerrera María Pita que, interpretada por la actriz Isabel Vázquez, arrancó los mayores aplausos en el concejo abierto con el que se rememoró cómo volvió a renacer la ciudad cuando el 1 de junio de 1208, Alfonso IX, rey de León y Galicia, decidió, con una carta-puebla, "construir una nueva población en el lugar que se llama Crunia, junto a la torre de Faro", ya por entonces secular.

Era un pequeño istmo de arena de apenas dos leguas, deshabitado por sucesivas y sangrientas invasiones vikingas. El monarca no sólo puso bajo su protección aquel lugar, liberándolo de cualquier vasallaje nobiliario, militar o eclesiástico, sino que otorgó a quienes lo poblasen derechos y privilegios de ciudadanos. En una tribuna engalanada de colores y ropajes medievales, fueron desfilando, al son de trompetas, María de Xohanes, la primera vecina de la que se tiene constancia documental (siglo XIII); el mareante Xoán do Perrote, representante de los hombres del mar y defensor de las libertades; y el Roi Xordo das Mariñas, aquel fidalgo y regidor coruñés del siglo XV que encabezó, en nombre de la justicia, la primera revuelta dos Irmandiños.

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"No permitáis que esta grandiosa ciudad pierda su carácter abierto y acogedor donde uno se siente como en su propia casa", reclamó el Duque de Uceda, gobernador de Galicia en el XVIII que devolvió a la Torre de Hércules su función primera de faro al reinstalar focos luminosos. Que A Coruña no pierda nunca "su espíritu de hospitalidad", pidió la liberal Juana de Vega, ni tampoco se olvide de que la sabiduría, la cultura y la tolerancia son armas imprescindibles para vivir en libertad, clamó la escritora Emilia Pardo Bazán. Finalizó el concejo Alfonso IX, interpretado por el actor Lino Braxe, al son del antiguo himno de Galicia, y minutos después comenzaron a tocar, bajo la dirección del músico valenciano Llorenc Barber, 48 campanas de seis iglesias del casco histórico, del Palacio Municipal de María Pita y de la sede de Capitanía.

Fue un concierto de poco más de media hora que, con una composición original titulada Crunia, pretendió recrear el sonido originario de A Coruña. Los Reyes de España son esperados para protagonizar, a mediados de julio, la inauguración de una gran exposición, siguiente cita de la agenda de celebraciones de estos ocho siglos de historia.

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