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Crónica:ITALIA 1 - RUMANIA 1 | EUROCOPA 2008 | Italia-Rumania
Crónica
Texto informativo con interpretación

Italia dramatiza

Los de Donadoni no pasan del empate ante Rumania y dan gracias a Buffon por parar un penalti

José Sámano

Hay algo tan agonístico en los italianos que de forma asidua convierten los partidos en un drama. Como si necesitaran imponerse una penitencia para activarse. No conciben el juego de forma placentera, sino como un puro sufrimiento y hasta destilan mayor naturalidad cuando prevalece el tormento a su alrededor, cuando se balancean en el precipicio. Así es Italia, capaz de regalar un gol, fallar unos cuantos y sobrevivir con un penalti en contra a falta de diez minutos tras un angustioso duelo con una meritoria Rumania, resistente en sus duelos con los últimos finalistas del Mundial. Italia estuvo tan cerca de la victoria como de la derrota, y el empate le deja pendiente del resto de equipos del grupo. Una situación en la que si alguien es capaz de sacar provecho esa es Italia. No sería la primera vez que la azzurra sale del coma de forma exitosa. Ya no se trata del estilo de juego, cuestión intrascendente en el calcio, cautivo de un modelo que se niega a revisar, sino de un puro ejercicio de supervivencia. No hay equipo más inquietante que la Italia que se culpabiliza de haber flirteado con el cataclismo.

No hay 'azzurro' que engañe con el balón en los pies. Al equipo le falta chispa
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De entrada, Roberto Donadoni se corrigió a sí mismo e hizo cinco cambios respecto al estrepitoso envite con Holanda. Lo mismo da. Italia juega con cadenas, condicionada por la presencia de Toni, un ariete sin techo que cabecearía un cochinillo. Toni es la coartada perfecta. Sus compañeros se cuelgan de él y evitan algo tan engorroso como tener que pensar en el ombligo de la pelota. De paso, acentúan la fascinación general que hay en Italia por el fútbol de proteínas.

No hay azzurro que engañe con el balón en los pies. Al equipo, siempre tan arrítmico, le falta espontaneidad, un mínimo de chispa, un mayor sentido estético de este juego. Todo consiste en que los laterales aceleren una y otra vez para que la pelota le llueva a Toni. A su lado se alista Del Piero, que está tieso. Con el peso de la edad, el ayer capitán italiano evidencia cada vez más la mutación que sufrió hace años en el laboratorio del Juventus. No hay otras pócimas en Italia, donde los centrocampistas, ya sean de corte selvático como Gattuso o más estilistas como De Rossi, se sienten postizos.

Como los dos centrales rumanos se buscaron la vida para contener a Toni, Italia se quedó al desnudo, frenada por un equipo que predica un fútbol conservador. Tiene motivos: no le sobra ingenio, antes de la media hora perdió a su dique del medio campo -Radoi, que se fracturó el pómulo en un choque con su compatriota Rat- y se ha visto sorteada en un grupo que haría tiritar a cualquiera. Rumania sólo se altera cuando le destempla Mutu, que se siente estrella y resulta martirizante para todos sus compañeros.

De personalidad inestable, el chico abronca a todos, entrenador incluido, hasta cuando se equivoca él. Ni de lejos se aproxima al peor Haghi, pero corre si quiere y descansa cuando le da la gana. En el rebajado sistema ofensivo rumano no hay quien le haga sombra. Lo mejor y lo peor dependen de Mutu, que lo mismo marca tras una espantosa cesión de Zambrotta a Buffon, que se desquicia al lanzar un penalti. El guardameta italiano hizo una parada doble: con la mano y con el pie, una carambola estupenda.

Entre un Mutu y otro, de nuevo Panucci, ayer central, fue el protagonista. En esta Eurocopa está en todas. Si frente a Holanda su desplome sobre la hierba legalizó el gol de Van Nistelrooy, ante Rumania selló el empate en un córner que primero cabeceó su compañero de zaga Chiellini y minutos después un árbitro cualquiera le condenó con un penalti. Fue a causa de uno de esos agarrones que, según el viento, unos sancionan y otros no. Para entonces el encuentro había alcanzado su punto más emotivo. A falta de arabescos y un buen trato a la pelota, el partido ganó en efervescencia. Ya descansaban Mutu y Del Piero, y Cassano era el más revoltoso, con Pirlo mejor asentado como pivote y De Rossi desplazado a su derecha.

El punto consolaba a Rumania, que había gastado su munición con Mutu y un remate al poste de Chivu en el primer tramo. Italia, en pleno calvario por la premura del tiempo, llegó a estar a un milímetro del gol. No lo consiguió y ahora está a un centímetro de la eliminación. Fútbol no le sobra para la remontada, para el milagro más bien. Pero en el barro siempre encuentra remedio. Italia necesita una cruz para resucitar. Ya la tiene.

Buffon detiene el penalti lanzado por Mutu.
Buffon detiene el penalti lanzado por Mutu.AP

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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