La noche loca de 'Papito'
Un desmelenado Miguel Bosé noquea a los 20.000 espectadores que abarrotaron anoche la plaza de toros de Las Ventas
Desmelenado, enérgico, eufórico, desmadrado, desbocado, marchoso, agitado, cañero... Así estuvo Miguel Bosé anoche en un memorable recital en Las Ventas. Seguramente uno de los mejores de su dilatada carrera.
Para la historia de los conciertos de esta plaza de toros (y se han celebrado muchos) quedará ese enloquecido baile que se marcaron Alaska y Bosé al borde de una pasarela que les colocaba casi en el centro del coso, en una versión discotequera de Amante bandido. Y este fue sólo el primer tema de la noche.
Casi a la una de la madrugada abandonaba el público (de 15 a 60 años) la plaza de toros. Estaban rotos, extenuados, felices. Durante más de dos horas, un tipo de 52 años, vestido con traje negro, con una capacidad para reinventarse sólo comparable a David Bowie y exhibiendo un estado de forma que ni Villa les había destrozado físicamente.
Un tipo de 52 años con una capacidad de reinventarse sólo comparable a Bowie
El espectáculo es infalible, sobre todo por un repertorio lleno de clásicos
"Estoy molida. Mañana me tengo que levantar a las siete de la mañana para ir a trabajar, pero me da igual. Ha sido increíble", decía María, una administrativa que asistió con tres compañeras. En el palco de invitados, Raphael, gafas oscuras, disfrutaba de un concierto que llevaba dentro muchas sorpresas, como el debú musical (al menos ante semejante audiencia) de Sergi Arola. El cocinero exhibió rockerismo con la guitarra en el tema Mirarte.
"El recorrido va a ser largo, así que abróchense los cinturones", advirtió Bosé a la concurrencia. El espectáculo que plantea es infalible, sobre todo por un repertorio lleno de clásicos. Con el doble disco Papito, el cantante quiso celebrar 30 años de carrera, y este planteamiento es el que lleva al directo en este su segundo año de gira.
Si te puedes resistir a Nena, quizá no a Sevilla, o a Partisano, o a Linda o Super Superman, estas dos últimas si cuentas más de 40 años. Y si crees que te puedes resistir a todo, te puede pasar lo que a Julián, un treintañero que sólo fue a Las Ventas "a acompañar a mi esposa", porque él es "más de Extremoduro" O eso se pensaba. Cuando Bosé atacó la cimbreante Morenamía, el duro de Julián se atrevió a menear la cadera y a entonar los versos de la canción.
Lo mejor en estos casos, Julián, es apelar al clásico dejarse llevar y disfrutar. Sobre todo porque el que está arriba exhibe tal poder de seducción y de dominio del escenario que es inútil resistirse.
Bosé no camina por el escenario. Eso sería demasiado ¿vulgar? Él se desliza con movimientos que embargan y cautivan. Poca a poco te va meciendo y, de repente, te ves formando parte de la masa bosianesca. Y la mar de feliz, oiga.
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