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Reportaje:EUROCOPA 2008 | Holanda-Francia

¿Drama o comedia?

Raymond Domenech, seleccionador francés, utiliza sus dotes teatrales en casos delicados

Ramon Besa

Raymond Domenech cumplirá hoy su partido número 53 como seleccionador de Francia, cifra que le sitúa al mismo nivel que Roger Lemerre o Aimé Jacquet, y todavía por debajo de Michel Hidalgo, que alcanzó los 75 partidos. "No supone nada particular", respondió el técnico cuando se le anunció la efemérides. "Pensaba que Aimé había durado una eternidad y ya he dejado de soñar con atrapar a Hidalgo". Domenech ha ganado 30 de los 52 partidos disputados, empatado 17 y perdido cinco, currículo que no le ha eximido de la crítica que le acompaña desde que fue nombrado en julio de 2004 después de superar a Laurent Blanc y Jean Tigana por su trabajo en las categorías inferiores de la federación. Ni siquiera la condición de finalista del Mundial 2006 ha evitado que se le tenga por un funcionario, devoto de Jacquet, y esclavo de sus figuras. Retirado Zidane, la vulnerabilidad de Domenech en la cancha aumenta en la misma medida que sus dotes de actor aficionado en la sala de prensa.

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"Ha dicho Gallas que contra Rumania jugaron con el freno de mano puesto y que convendría hablar para saber en qué se puede mejorar contra Holanda", se le requirió el martes. "No recordaba que William nos había convocado a una reunión", respondió el seleccionador con su rostro siempre serio, las cejas negras pobladas y el pelo blanco revuelto, al tiempo que anunciaba que, en caso de celebrarse, "debería ser por la tarde" porque por la mañana al zaguero le cuesta desperezarse.

Hijo de un republicano catalán, Domenech (Lyón 1952) no es precisamente un técnico querido por los periodistas y tiene sus diferencias con los jugadores. Más que divertido, se le tiene por un polemista y se le supone pendiente de la astrología, al punto que se especula con que la fecha de nacimiento de los jugadores puede condicionar su convocatoria. Provocador empedernido, le encanta sorprender con sus gracias y pasa por ser un personaje inteligente al que, por lo demás, le gusta jugar al ajedrez. No se pondera su posible capacidad estratégica ni de liderazgo respecto al grupo sino que se le acusa de crear conflictos con frecuencia. Ex lateral de pierna dura, campeón de Liga y Copa, fue acusado también de tener un trato de favor con la televisión en la que trabaja su pareja y no hay dato de su biografía que no se procese en su contra, como cuando anunció que se sentía catalán y no español. Funciona un poco como Javier Clemente.

Habrá que convenir, en cualquier caso, que ha sabido generar las condiciones de juego para que Francia se haya clasificado por vez primera para dos fases finales consecutivas. Ahora, al igual que ya ocurrió en el arranque del Mundial 2006, se encuentra en un apuro. El empate cedido ante Rumania deja a Francia en una situación de máxima exigencia frente a Holanda e Italia. Benzema ya no parece ser el icono que representaba a la nueva generación sino que Domenech piensa seriamente en recuperar las esencias mundialistas, desplegarse a partir de un 4-2-3-1, y encomendarse a Henry como único punta, como le gusta al vanidoso azulgrana, consciente de su condición de máximo goleador de la historia bleu con 44 goles después de cumplir 100 partidos como internacional.

Últimamente, se habla más de las calidades defensivas que ofensivas de su equipo. ¿Qué piensa?, se le demandó ayer a Domenech. "De momento tenemos defensa y los holandeses cuentan con una delantera excepcional", respondió. "Puede ser un partido muy abierto, interesante, placentero, que da ganas de ver. Yo no tengo nadie a quien envidiar porque estaré muy bien instalado en primera fila". Y, acto seguido, se le pregunta: "¿Es usted supersticioso? El partido se juega en viernes y 13". "No soy supersticioso porque esto da mala suerte", acabó entre risas.

Raymond Domenech, en una sesión preparatoria
Raymond Domenech, en una sesión preparatoriaREUTERS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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