"El cine, la música, el fútbol y los toros son casi lo mismo"
Un Festimad un tanto disminuido abrió ayer sus puertas en La Cubierta de Leganés, entre una cierta sensación de agotamiento y con rumores de despedida del circuito musical en esta su decimotercera edición. Como cabeza de cartel, los organizadores presentaban ayer a Emir Kusturica, el cineasta, actor y, en sus escasos ratos libres, músico serbobosnio, dos veces Palma de Oro en Cannes por Cuando mi padre salió en viaje de negocios y Underground, y León de Plata en Venecia a la mejor dirección por Gato Negro, Gato Blanco.
"Es un tipo complicado", advierten uno tras otro los sucesivos intermediarios -hasta tres- por los que hay que pasar para llegar al artista. "Pero hoy parece que está de buen humor", señalan, casi con alivio. Son las nueve y media de la noche en Leganés, está previsto que Kusturica y los diez hombres de la No Smoking Orchestra que le acompañan -todos serbios- salten al escenario en una hora, con su descarga de rock-folk cíngaro. A la entrada del camerino, varios de los miembros de su tripulación, enormes, barrigudos, están repantigados en sofás, hablando, bebiendo agua, fumando. "De No smoking, la banda sólo tiene el nombre" apunta uno de los técnicos españoles.
Accede a la entrevista tras asegurarse de que no se hablará de música
"Maradona es el mejor futbolista de la historia, piensa más allá del dinero"
Al rato, aparece el caudillo, altísimo. No le apetece una entrevista. Tras asegurarse que no se hablará de música, accede: "Dame 15 minutos, voy a comer" y desaparece en dirección al catering seguido de los suyos. Antes de que pasen 12 minutos está de vuelta con una gran raja de sandía en sus grandes manos. La acaba, se chupa los gruesos dedos, se sienta. Lleva una cazadora militar con una insignia en la que aparece un lobo blanco y una leyenda en alfabeto cirílico. Las ojeras le cubren media cara: "Estoy cansado. Empecemos", señala, y nadie de los presentes es capaz de decirle que tiene un pedazo de sandía sobre su ceja.
Acaba de presentar en Cannes su documental Maradona by Kusturica: "Antes de conocer a Maradona, de joven, yo ya sentía admiración por él, porque es el mejor futbolista de la historia. Pero lo que más me gusta es que es un deportista con cerebro, con actitud, piensa en algo más allá del dinero". Para Kusturica, lo que Diego Armando y él mismo tienen en común es que forman "parte del mundo usado y abusado". "Abusado", explica, "por los países de los que sale el dinero, España entre ellos". Sin embargo, aclara, le tiene simpatía a este país, "porque sabéis cómo vivir, no estáis alienados por la economía, vais más allá". Incluso "a pesar de que Javier Solana -el alto representante de la Política Exterior de la UE y ex secretario general de la OTAN durante los bombardeos de Belgrado y Kosovo, para los que no hubo autorización de la ONU- es español... Pero qué le vamos a hacer", comenta sonriendo. "Kosovo es un crimen", remata, para contestar después a una llamada en un iPhone.
De pronto, alguien le pasa un formulario. Como ciudadanos serbios, Kusturica y su tropa tienen que rellenarlo si quieren entrar el próximo mes de julio en Australia, donde acaban su gira tras pasar por Corea, Japón y China. En el cuestionario, aunque suene ingenuo, se les pregunta si están siendo perseguidos por el Tribunal de La Haya, que juzga los crímenes de las guerras de los noventa en lo que fue Yugoslavia. "Esto es pura discriminación", dice. "Estados Unidos y Reino Unido han matado a 1,5 millones de personas en Irak y nadie dice nada", continúa.
Pero volviendo al arte, la conversación gira en torno a sus tres obsesiones, el cine, la música y el fútbol. Para el de Sarajevo, la música, el cine, el fútbol y los toros, "tienen la misma esencia, están muy cerca, son casi lo mismo. Pueden provocar una catarsis, llevar al misticismo". ¿Pero es él un místico? "Carl Gustav Jung abandonó el protestantismo porque le faltaba misticismo", asegura. Y después: "ya tienes suficiente". La entrevista ha acabado. Kusturica y la No smoking Orchestra actuaron ayer en La Cubierta de Leganés, donde no se habían vendido todas las entradas.
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