El Tau, incontestable campeón

El final es lo que cuenta. El Tau es el nuevo campeón de la ACB y nadie puede poner ningún pero a su superioridad. Ha sido el mejor en un momento en el que los antecedentes no le apuntaban como favorito. Con una nueva decepción en la final a cuatro de la Euroliga, su sueño convertido en pesadilla; con la alargada sombra de Ivanovic rondando Vitoria y una fase inicial discreta para su potencial, su comportamiento ha sido impecable y le ha dado un repaso al Barcelona. Ya le tocaba darse una alegría, pues, año tras año y de la forma habitual con la que se maneja el club de Querejeta, su constante presencia en las finales merecía mejor suerte. También es verdad que se ha visto favorecido por un adversario menor, lejos de lo que se podía esperar tras batir al Joventut y cuyas carencias ha puesto de manifiesto. Entre unos y otros, la final, como han sido casi todas las series por una u otra circunstancia, ha sido un ver y no ver, lo que no es bueno para el baloncesto español de clubes. Pero es lo que hay.

Habiendo llegado a una situación desesperada, la peor posible a cinco partidos, el Barça salió con mucha intensidad defensiva. Pero se encontró con un grave problema. No metía una canasta. Ni desde fuera ni desde dentro, solo o molestado, el resultado era el mismo: hierro, tapón o balón perdido. Su sequía era tan profunda que al mérito de la defensa del Tau, efectiva e inteligente como pocas, se unía una falta de acierto impropia de un finalista. En el minuto 8, dos puntos. Sí, no es un error de impresión: dos. Y menos mal que Marconato metió un afortunado triple en el último segundo del cuarto, que, si no, ya estaban en el libro de los récords. Aquello tenía muy mala pinta. El partido, la final y, en general, la autoestima del baloncesto ACB salían malparados, pues el supuesto momento grande se iba a terminar por la vía rápida y con un despropósito de encuentro. Pero el Barça encontró a Vázquez, lo que tenía cierta coherencia con lo raro que iba todo. Hizo ocho puntos en un suspiro, que, tal y como estaba su equipo, parecieron 40. Con esto y una zona que plantó Xavi Pascual, el técnico azulgrana, que se le atragantó al Tau, el duelo cobró vida. No se veía espectáculo ni por asomo, pues los jugadores capaces de llevarlo a cabo, los Splitter, Lakovic y otros, estaban desaparecidos, pero, al menos, el descanso llegó con el debate abierto (31-26).

Fue un espejismo. Poco a poco, se tomó el camino esperado. Con una productividad tan limitada, sólo un bloqueo parecido en las filas baskonistas podía mantener viva la pelea. Pero eso no está al alcance de este Barça. Sin deslumbrar, la profundidad, variedad y versatilidad del Tau aseguran una frecuencia ofensiva suficiente. Rakocevic, Teletovic o Splitter se turnan para lograrlo y ocupan todas las zonas del campo de ataque. Así lo hicieron en el tercer cuarto, en el que se marcaron un parcial de 27 puntos que colocó la final a punto de echar el cerrojazo (58-48), lo que no tardó ni un minuto en llegar. Los dos primeros ataques del Barça en el último fueron descorazonadores. Perdió el balón casi en mitad del campo y primero Planinic y luego McDonald con un machaque dieron la salida a la celebración en el pabellón Buesa Arena.

Una fiesta merecida para un club muy particular al que igual se le puede cuestionar alguno de sus métodos, pero que, con los resultados en la mano, es admirable. Ha sido el mejor y tiene todo el derecho a proclamarlo a los cuatro vientos.

El Tau gana la liga ACB