Claudicación
La bahía de Xàbia vuelve a estar en peligro. Esta vez por un proyecto de ampliación del puerto para incrementar los amarres deportivos. Realmente se trata de consolidar la privatización del puerto de Xàbia. No basta con privatizar la sanidad, la inspección técnica de vehículos o la enseñanza. Vamos de cara a privatizar una infraestructura portuaria que se construyó con el dinero de los contribuyentes. En tiempos de nuestro insigne pintor José Sorolla se significó como centro de embarque para el comercio de la pasa en la Marina. Fue abrigo de embarcaciones en peligro y base de submarinos en la guerra civil. Sigue siendo puerto pesquero con su lonja y las instalaciones propias de una tradición centenaria. Y, por supuesto, ha albergado embarcaciones de recreo para quienes no quieren o no pueden pasar por los filtros de un club náutico. ¿O es que los valencianos no tenemos derecho a fondear una nave sin pasar por taquilla?
Inicialmente se intentó desarrollar un proyecto singular para hacer un puerto deportivo en la Cala Blanca.
Esta irresponsabilidad se frustró por las consecuencias graves para el medio ambiente y por su impacto ecológico. Después se planteó la ampliación del puerto hacia la playa de la Grava y hacia la zona del Tangó, próxima a la reserva marina del cabo de Sant Antoni. Ambas intentonas se frustraron por la oposición del Ayuntamiento de Xàbia con el respaldo de la ciudadanía. Fue el principio del fin de una etapa de alcaldadas que han tenido consecuencias nefastas para el paisaje y el medio natural. Ahora, según las informaciones que circulan, es la mayoría que surgió de aquella respuesta ciudadana la que, ignorando sus orígenes y claudicando ante el poder de los intereses que promueven la ampliación de los amarres, la que comienza a ceder para aceptar la remodelación del puerto de Xàbia -propuesta por la Administración autonómica- que implica la extinción de la playa del Pope, el incremento de la contaminación en la bahía de Xàbia, la privatización de las instalaciones portuarias y el colapso circulatorio de vehículos en el recinto portuario. Esta zona ya padece problemas de tráfico y aparcamiento que convierten en impracticables sus accesos en las épocas de saturación turística. Situación inaceptable aunque tan solo fuera por razones de seguridad.
Xàbia ha consentido aberraciones urbanísticas como las torres del puerto y del Castillo del Arenal, que se llama así porque ocupa el espacio donde estaban las ruinas de un castillo. Se consintió la planificación absurda de la playa del Arenal, mediante la invasión de la arena y del espacio de playa, por una barrera informe de hormigón, junto con la invasión de la Fontana -desembocadura secundaria del río Gorgos- también para amarrar embarcaciones. Este despropósito ocasionó el desastre del pasado mes de octubre, con cientos de barcos desaparecidos y dañados por la inundación de esta zona de avenidas de aguas. Los ediles de Xàbia deberían resolver el grave problema circulatorio y de aparcamiento que padece desde hace más de 15 años. Habrían de preocuparse acerca de la aprobación de edificaciones en zonas de humedales, donde todos sabemos que se acabarán inundando.
La ampliación del puerto de Xàbia prosigue su camino, a pesar de manifestaciones, de consensos generalizados de las fuerzas políticas y de la oposición de los usuarios naturales de sus instalaciones. No es más que la claudicación ante la presión de los intereses contrarios a preservar el entorno de la bahía de Xàbia, ante su definitiva conversión en una cloaca cenagosa, donde la vida se ve anulada por la acción del hombre. Es un excelente mérito que podrán exhibir el Ayuntamiento y el alcalde para resumir su mandato. Que alguien se siente en las terrazas de Triana, lugar privilegiado por sus vistas, y que imagine lo que contemplará el día de mañana con el puerto ampliado, según los planes de la Consejería de Infraestructuras. Únicamente nos resta suponer cuál es el precio.
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