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Reportaje:Aulas

Un robot al rescate

Ingenieros crean un asistente para misiones de exploración

Cuando pasen los calores veraniegos, Alacrán saldrá por primera vez al mundo exterior. Será su puesta de largo, después de que haya sido presentado a la comunidad científica en su actual casa, un laboratorio de la Escuela de Ingenieros Industriales de la Universidad de Málaga. En este laboratorio subterráneo vino a la vida este robot de 500 kilogramos de peso hace menos de un año, una vez que su padre, el investigador Alfonso José García Cerezo, y ocho miembros más del departamento de Ingenierías de Sistemas y Automática, puliesen la primera parte del proyecto iniciado en 2006 para crear un asistente robótico para misiones de exploración y rescate que llegase donde la voluntad y la mano humana no pueden.

Completado el proyecto, comenzó el ensamblaje de este potente autómata que es capaz de desactivar una bomba, remover pesados restos para rescatar a una persona o manipular sustancias peligrosas que no pueden ser recogidas con las manos. "El proyecto lo comenzamos en 2006 y tras dos años y medio ya tenemos a Alacrán dispuesto para acometer el último tramo. Tras el verano haremos pruebas reales de varios días con él en condiciones muy realistas que supervisarán Bomberos Sin Fronteras y unidades de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado", explica García Cerezo, quien en los últimos 15 años ha diseñado media docena de autómatas móviles para diferentes cometidos.

Pero ninguno ha nacido para la valiosa empresa que se le ha encomendado a Alacrán, que luce una carrocería y unas extremidades en forma de tenaza similares a los del arácnido del que toma su nombre. Sus pinzas pueden llevar a cabo acciones similares a las de cualquier persona con dos brazos. "Su brazo es muy potente, puede cargar con 400 kilogramos en posición estática y soportar el peso de una persona robusta (120 kilogramos) desplazándose", explica García Cerezo. El robot, único de su tipo creado en España, se alimenta de una fuente de energía enganchada tras él. Además, incorpora un ordenador portátil para manejarlo en el mismo lugar, aunque también puede ser movido a distancia a través de un ordenador remoto y un mando similar al de las consolas de videojuegos que facilitará su conducción.

Este proyecto transnacional ha recibido subvenciones de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología y ha supuesto una inversión de 190.000 euros, 70.000 de los cuales han ido a parar a la construcción de Alacrán. García Cerezo confía en que tras las simulaciones que tienen previsto realizar en septiembre y octubre, su ingenio gane enteros y puede tener una larga vida comercial. Un futuro que pasa por que el Estado se interese por el proyecto y demande la fabricación de más unidades para completar las dotaciones de los especialistas en desactivación de explosivos o en catástrofes naturales.

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