"No noto la presión"
Contador, que llegó al Giro "de rebote", pensó que abandonaría en algunas etapas
Reconocer el terreno. Es lo que hizo Alberto Contador el lunes temprano por la mañana antes de subirse a la bici y emprender la escalada hacia el Plan de Corones. Es lo que volvió a hacer ayer en el día de descanso. Tras pasar una noche tranquila, se levantó a las ocho, se subió al coche y recorrió los escasos 70 kilómetros que separan Sondrio (ciudad en la que se está alojando y sede de la salida de la etapa de hoy) del Passo del Mortirolo. Porque Contador no conoce el Mortirolo, que se subirá el sábado, una de las cinco etapas que le quedan al corredor del Astana para defender su maglia rosa.
El chico de Pinto tenía tan sólo ocho años cuando el puerto de montaña (1.852 metros, longitud de 12,5 kilómetros y un desnivel de 1.300 metros) fue incluido por primera vez en las etapas del Giro. Mucho antes, cuando Italia luchaba por su liberación, a finales de la Segunda Guerra Mundial, fue teatro de numerosos combates entre los partisanos y las tropas alemanas que emprendían la retirada. Contador ha querido una vez más reconocer el terreno, familiarizarse con el que ha sido teatro de muchas hazañas. Entre ellas la fuga en solitario de Marco Pantani en 1994 y la tremenda pájara que sufrió Miguel Indurain ese mismo año por su afán de subir al mismo ritmo que el Pirata.
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Contador, sin embargo, no esperaba llegar al Mortirolo luchando por ser el primero. "Si antes de empezar la montaña me dicen que salgo de la etapa 16 con 41 segundos de ventaja, lo hubiera firmado", confesó. Él, que se calló durante las dos primeras semanas ante los ataques verbales de sus rivales, dice que el secreto, la clave del éxito, ha sido la presión. O, mejor dicho, la falta de presión. "No la noto. He venido aquí sin presión, consciente de que en el momento en que dejara de encontrarme bien me bajaría de la bici".
Y así aguantó los diez primeros días. "Vine de rebote y me he metido en la carrera día a día. Ha habido etapas en las que pensé que iba a abandonar, pero luego he ido sintiéndome mejor". Tan bien que se ha vestido de rosa. Y ha dejado a los que le provocaron verbalmente, Riccò y Simoni a 41 segundos y un minuto y 21 segundos respectivamente. Incluso se sobrepuso a las sensaciones de su manager, Johan Bruyneel, quien vaticinó que su pupilo perdería la maglia rosa en la cronoescalada de Plan de Corones. Allí, en la estrecha carretera sin asfaltar, aumentó su ventaja. Riccò y Simoni advirtieron ayer de que el Giro no está ni mucho menos acabado. "Tengo muchas oportunidades para recuperar los 41 segundos, en el Mortirolo, en el ascenso al Monte Pora del viernes. Allí voy a disparar todos mis cartuchos", desafió Riccò.
Contador está avisado. Las montañas volverán a aparecer el viernes y el sábado, y una contrarreloj en Milán cerrará la lucha por el podio.
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