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Columna
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Arenas, ¿hay alguien más?

No hay nadie en el PP de Andalucía, con 140.000 militantes y el mayor número de compromisarios para el Congreso Nacional, que tenga opinión alguna sobre lo que está pasando en este partido a nivel nacional. Con la que está cayendo en esta formación política, hay al menos un dirigente, por mínima que sea su relevancia, que considere beneficioso que haya dos listas en ese congreso. Hay un sólo alcalde, concejal o diputado -de momento, algunas reflexiones de un ex diputado europeo Jorge Hernández Mollar y las del ex alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel- que saque los pies del tiesto y reclame una confrontación de ideas. A alguien le molesta algo, discrepa de algo o le parece mal alguna cosa.

Existe al menos un compromisario que se lamente de que el aparato de su provincia le pidiera la firma anticipada de su aval para Rajoy y que esté dispuesto a censurarlo. Hay alguien en el PP que piense que, al igual que hay dirigentes que sostienen que Rajoy, tras dos derrotas consecutivas, debe dar paso a un sustituto, Arenas, con cinco -tres personales y dos por delegación- igual también debería ser sustituido. En definitiva, en el PP andaluz hay alguien que tiene una opinión contraria a Arenas en algo, por pequeña que sea, y que además la diga.

Una vez leí un estudio sobre las bandadas, los bancos de peces y las manadas. Todas ellas son capaces de avanzar al unísono, evitar obstáculos y ejecutar maniobras de alta coordinación. Ello sucede gracias a cuatro reglas esenciales: respetar una distancia mínima entre los cuerpos, igualar la velocidad de sus vecinas, moverse hacia el centro de masa y buscar la panorámica. La primera regla evita las colisiones y las siguientes permiten el alineamiento y la cohesión. Se trata de un sistema complejo pero adaptado al medio que no se comprende a partir del estudio de un individuo en solitario, al nacer de la propia red de interacciones que tejen entre sí.

De momento, este estudio es la explicación científica más cercana que he encontrado sobre la posición del PP andaluz en la campaña desatada en torno al congreso nacional de esta formación política. En esta crisis, el PP andaluz ha pasado de ser un partido monolítico para convertirse en una manada. En uno de los momentos más difíciles para el futuro del centro-derecha en España, los dirigentes andaluces están aplicando las reglas de la bandada: alineamiento y cohesión. Los 140.000 militantes del PP en Andalucía vuelan al unísono. Todos detrás de su líder. Él marca la distancia entre cada uno, establece la velocidad y el rumbo, y finalmente, busca la panorámica, que es el mecanismo de desplazamiento que les permite girarse hacia un costado u otro según convenga.

Arenas ha sumido a la militancia en el silencio. Él instalado en la barrera. Y en el tendido los militantes, que emprenderán el vuelo en cuanto él anuncie el despegue. Sin embargo, las turbulencias que hay en el camino pudieran ser incompatibles con la excesiva rigidez que ha establecido en la organización. El líder del PP andaluz tiene un colectivo ordenado, pero el sistema se come a las personas emergentes y con criterio propio. Los echa de la manada.

Sólo de esa forma es posible que, tras las pasadas elecciones andaluzas y en la primera reunión de la dirección regional del PP para analizar los resultados, no hubiera un solo miembro de la ejecutiva que tomara la palabra para discrepar del optimista balance realizado por Arenas. Sólo así es posible que ese mismo día anunciara el apoyo incondicional de Andalucía a Rajoy. Sólo de esa forma es posible que la militancia esté muda ante el mayor conflicto del partido desde su creación. Y sólo de esa forma es posible que en Andalucía no haya ni debate en torno al líder -sea el líder que sea- ni debate de ideas. Aquí todos con Arenas. Pero, ¿hay alguien más en el PP andaluz?

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