El caos y el cielo del arte tibetano conviven en una exhibición en Girona

En medio de la penumbra de la sala emergen formas fantásticas, de aspecto atroz como Shridevi, que juega con el destino de los hombres a lomos de una piel humana y con los dados del azar a punto. El contrapunto plácido va a cargo de budas y bodhisattves, que tienen como misión ayudar a conseguir el Nirvana. Son algunas de las deidades del caótico universo divino presentes en El arte del Tíbet. Imágenes para la contemplación, una exposición organizada por La Caixa en Girona que presenta, hasta el 27 de julio, una selección de arte budista procedente de los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas (MRAH).

Son un centenar de pinturas, esculturas y objetos rituales de la colección Léon Verbert, un financiero y diplomático belga que vivió en China entre 1907 y 1935 y reunió más de 600 obras de arte que depositó en el MRAH. Una parte muy importante de la colección es de origen tibetano y sinotibetano y comprende un periodo que va del siglo XVII a principios del siglo XX. La pieza estrella es un conjunto de 12 thang-ka, pinturas de devoción realizadas sobre telas enrollables, con imágenes de la vida de Siddharta Gautama, que se expone por primera vez fuera del MRAH.