"Salen coloradas y buscan un culpable"
El médico acusado de abusar sexualmente de sus pacientes asegura que en el contacto físico de la consulta puede haber una "carga erótica" que se malinterpreta
Altivo. Con temple. Aguantando la mirada a sus presuntas víctimas. Miguel Ángel L. S., el médico rehabilitador acusado de abusar sexualmente de siete pacientes entre 2002 y 2004, admitió ayer en el juicio que "en el contacto físico puede haber alguna carga erótica". Pero no por su parte, sino por la de las pacientes, vino a sugerir. Espoleado por su abogado defensor, Marcos García Montes, afirmó que durante el tratamiento "se provoca una reacción y puede haber alguien que la interpreta erróneamente". El médico, para el que el fiscal pide 10 años y medio de cárcel y la inhabilitación, remató así su razonamiento: "Si salen coloradas, pueden buscar algún culpable".
"Se me arrimaba un hombre, no un médico", declaró una de las mujeres
Siete pacientes le acusan de tocarles los pechos, el sexo e incluso de introducirles los dedos en la vagina mientras realizaba masajes que, supuestamente, formaban parte del tratamiento de rehabilitación. El acusado trabaja actualmente en un hospital público, el Infanta Leonor.
Ana Isabel, enferma de fibromialgia, declaró ayer que acudió a su consulta del centro de salud Federica Montseny (Vallecas) por un problema de cervicales. El médico le pedía que se quedara en sujetador y bragas para el masaje. "Se iba acercando a la zona genital", relató, "hasta que me metió la mano dentro de las bragas e introdujo los dedos en la vagina". Ocurrió varias veces, una decena, según recordó ayer.
Su abogado le preguntó, como al resto de las mujeres, si podía discernir cuándo la toca un médico o un hombre. "No hacía un trabajo de médico. Lo hacía para su satisfacción", contestó sin dudar. Sollozó al contar los problemas con su pareja y de salud que le había provocado el comportamiento del médico. Pero aguantó el duro ataque del abogado defensor, que le preguntaba insistentemente por las fechas exactas de los supuestos abusos. "No puede pretender que yo me acuerde", le respondió, cada vez más nerviosa. "¿Por qué no denunció antes?", insistió el abogado del médico. "Por vergüenza, no sabía dónde meterme", dijo ella. "Pero volvió a la consulta", le espetó. Cuando al fin la dejó marchar, rompió a llorar de camino a su silla, donde la esperaban otras pacientes.
Las mujeres declararon con el acusado en la sala, sentado justo detrás, sin nada que los separara. Todas relataron que el médico cerraba la puerta con llave. Que les tocaba en zonas que nada tenían que ver con sus dolencias musculares. "Se arrimaba, lo notaba pegado detrás, me tocaba los pechos", describió María Pilar, que acudió por dolores en el cuello. Ella reaccionó de otra forma: dijo que se encontraba mal, se vistió a la carrera y no volvió a pisar la consulta. "A mí se me arrimaba un hombre, no un médico", aseguró. El abogado defensor insistió en la estrategia que usó con todas las demandantes: le preguntó por qué no había denunciado antes. Algunas presentaron reclamaciones en el centro de salud.
La juez no permitió que declararan cinco ex pacientes del acusado, citadas por las acusaciones particulares. "Cometió abusos conmigo también", le dio tiempo a decir a una de ellas antes de que le pidiera que se retirara. A petición del abogado defensor, la juez consideró que no era "pertinente por no tratarse de los hechos que se enjuician". La defensa citó a un amigo personal del médico y a su esposa.
Hoy continúa el juicio con la declaración de los peritos.
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