En la A-8
Si fuéramos norteamericanos aprovecharíamos historias de nuestra vida cotidiana para convertirlas en guiones con gancho. Habría tantas historias que contar que no pararíamos de hacer cine. Por ejemplo, de terror o suspense o de angustia o de . Y cuando digo historias de nuestro pueblo no me refiero a historias que tienen que ver con la política. No. Me refiero, no sé, por ejemplo, pongamos que hablamos de: LA AUTOPISTA. ¡De cuál va a ser! De ésa que da susto al miedo. Hay ahí un peliculón peliculón. Como ésas que hacen los americanos de los túneles. Claro, no pueden hacer pelis con temas del tipo de la A-8 porque no tienen "esa clase de autopistas". Pero yo, ya lo veo. Veo una peli que trata de una serie de personajes que un día cualquiera (podría ser de esos días en los que se abren las compuertas del cielo) salen de sus casas. La una, como todos los días, para ir a trabajar. El otro, para ir al médico especialista del estómago. Las otras, para ir al aeropuerto porque son tres amigas que se van de vacaciones a Cancún. Otro sale para cumplir con su reparto. Otra más, para acudir a un casting. Otro, para ir a una cita con una mujer que ha conocido a través del chat Vidas que coinciden a una hora concreta en un espacio determinado: "La arteria de comunicación más importante de Euskadi".
Y después de este idílico planteamiento viene el quid de la cuestión: el horror, la pesadilla, el despropósito, la encerrona, el pánico en fin, la A-8 en estado puro.
La música que cada uno de ellos lleva en sus respectivos coches acompaña las escenas. Se masca la tragedia. Nada más pisar la A-8 empiezan las obras, se estrecha peligrosamente la vía. Los camiones atacan. La que va a trabajar intenta pasar a la hilera de camiones. Uno de ellos la acorrala y le destroza la parte derecha del coche, pero no puede parar: no hay sitio. Pánico.
El que va al médico se encuentra con que el peaje esta colapsado. Ay, Dios, no llegará a su cita. ¿Qué pasa? Nada, las máquinas para coger los tickets no funcionan. El estómago se resiente. Angustia.
Las tres amigas que se van de vacaciones están sin gota de gasolina, poco miedo. Paran en una estación de servicio. ¡No! Hay una avería eléctrica y no funcionan los surtidores. Impotencia.
Al del reparto pasando por un túnel, le cae una piedrita, y le rompe la luna delantera. Los responsables le dicen que eso le ha podido pasar en cualquier sitio. Intento de asesinato. Horror.
A la que tiene el casting se le cae medio monte. Pavor. El que tiene la cita se encuentra con la entrada a Bilbo cerrada porque ha volcado un camión
Etc, etc, etc. Y encima, hay que pagar. Digo para ver la peli. Bueno, y por la "autopista".
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