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Lorenzo acaba otra vez por los suelos

El piloto se cae, sin lesiones, cuando se entrenaba en Le Mans

Oriol Puigdemont

Jorge Lorenzo volvió a rodar ayer por el asfalto cuando se entrenaba en el circuito de Le Mans para el Gran Premio de Francia que se disputa mañana. La caída sólo quedó en un susto, por más que el piloto balear corre con los dos tobillos rotos tras su accidente de hace dos semanas en China y apenas puede caminar. "He entrado más rápido que en las vueltas anteriores y más inclinado, y el neumático delantero no ha aguantado", explicó Lorenzo, que, al sentir el contacto con el cemento, levantó las piernas.

"Los tobillos me molestan mucho, sobre todo en frío y al entrar en las curvas a la derecha porque no puedo apoyar bien el pie", dijo el motociclista, que, por prescripción médica, tratará de evitar inyectarse ningún tipo de fármaco paliativo. "Pensaba que la mejora en mis pies se notaría más encima de la moto, pero me duele mucho", añadió el español, que se clasificó cuarto, a menos de tres décimas de Dani Pedrosa, que fue el más rápido.

Dainese y X-lite, las marcas que le proporcionan a Jorge Lorenzo los monos de carreras y los cascos, respectivamente, no dan abasto. Y no sólo por sus caídas. Como la mayoría de pilotos, el mallorquín es supersticioso al extremo. En las cuatro carreras del Mundial, Lorenzo ha modificado algún elemento de su indumentaria cada vez que ha quedado insatisfecho con su actuación. Y las marcas que le abastecen comienzan a apurarse a la hora de buscar combinaciones. Buen ejemplo son las botas doradas que empleó en los ensayos de ayer y con las que volvió a rodar por el suelo.

Cambios por superstición

En las dos primeras carreras (Qatar y Jerez), Lorenzo empleó casco, guantes y botas rojos durante los entrenamientos, y se los cambió por otros para la carrera. Su bagaje fue de dos pole positions, un segundo puesto y un tercero. A su modo de ver, su primera victoria en MotoGP tardaba demasiado, y decidió ponerle remedio en Estoril: el domingo mantuvo los elementos en rojo y ganó. Sin embargo, el tremendo costalazo en China se lo dio con botas rojas. La solución: en Le Mans corre con el casco rojo y los viejos botines dorados. Al menos, así lo hizo hasta el accidente de ayer, al tomar una curva a la izquierda y mientras circulaba a unos 100 kilómetros por hora.

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