"La palabra es posterior al hecho"
John Strasberg (Nueva York, 1941) es uno de esos míticos personajes de teatro que cuenta, además, con una leyenda no menos mítica a sus espaldas. Hijo de Lee Strasberg, uno de los fundadores del Actor's Studio neoyorkino, asistió de niño a las clases que su padre impartía a Marlon Brando o Marylin Monroe, entre otras estrellas no menos rutilantes de la época, y de ahí salió con unas enormes ganas de dedicarse al teatro, donde haría de actor antes de centrarse, tal vez como su padre, en la dirección y en los talleres de interpretación. Ha dirigido una cincuentena de montajes de éxito, estuvo en Valencia en los orígenes del Centre Dramátic, dirigiendo obras como La señorita de Trevélez o Don Juan Tenorio, y ahora está en el Principal con su versión de Cyrano de Bergerac, de Edmond de Rostand, un texto muy popular que sigue siendo enigmático. EL PAÍS ha entrevistado por medio del correo electrónico a John Strasberg, que ha contestado desde Nueva York.
El teatro Principal ofrece estos días el 'Cyrano' del director neoyorquino
"Echo mucho de menos no estar trabajando en Valencia"
Pregunta. ¿Definiría el Cyrano como una tragedia romántica con final feliz?
Respuesta. No está mal lo de tragedia romántica como definición, porque Rostand escribió la obra como ante-moderna. Pero ¿final feliz? Pienso que morir como el protagonista puede parecer bonito desde fuera. Pero no para mí. Es más un buen final de una buena obra romántica de teatro.
P. La usurpación de la belleza por el buen decir es un tema muy contemporáneo, ¿no?, pero a la inversa.
R. Bueno, hoy en día él vendería su obra por algunos millones, se casaría con ella, y se comprarían una casa en el sur, en Niza, por ejemplo.
P. ¿Qué sería lo más moderno de la obra?
R. Que sigue gustando, por el deseo de volver a tiempos pasados donde todo parecía más sencillo. Nunca lo ha sido. Ella es una soñadora. Hay muchas mujeres que sueñan, y eligen mal a los hombres que aman. En cualquier época.
P. La conducta de Cyrano ¿no resulta a veces algo enigmática?
R. Lo parece, sí. Pero me ha gustado conocerlo. Es un hombre bastante complejo, triste, soñador, como muchas personas que dicen la verdad en su época.
P. ¿Qué sería para usted la fealdad en nuestros días?
R. Todo aquello que no está en armonía con la naturaleza. No hay ninguna guerra en armonía con la naturaleza, por eso me repugna lo de Irak. La codicia humana no tiene límites, siempre se quiere más de lo que se necesita. No me disgustaría ser rico, al contrario. Pero sólo para disponer de lo que necesito y sin fastidiar a nadie para conseguirlo.
P. El callado amor de Cyrano por Rosana se cumple en cierto modo, porque es él quien habla en la boca de Cristián.
R. Cyrano está enamorado de Rosana antes de que hable con ella. La palabra viene después del hecho, es el resultado de una emoción. La cosa al final es que es demasiado tarde, porque él va a morir. No sé lo que diría si no estuviera muriendo.
P. Puestos a elegir, ¿preferiría ser Cyrano o Cristián?
R. Ninguno de los dos. Quiero morir viviendo con mi mujer, a la que quiero mucho, hasta que no me guste vivir más.
P. ¿Y qué es lo que hace que a lo largo de su carrera frecuente textos tan diversos, tan distintos?
R. Porque son muchas las cosas que me gustan de la vida, y los cambios, y expresarme de muchas maneras distintas.
P. ¿Prepara algo ahora?
R. Estoy trabajando en un texto inspirado por El jardín de los cerezos, de Chejov, que se desarrolla en la actualidad en Estados Unidos. Es difícil, porque la época de Chejov era muy potente y he de meditar mucho para elegir las circunstancias de hoy que me interesan. También estoy escribiendo unas memorias sobre mi familia. Además, estoy desarrollando un teatro en Nueva York, donde quiero enseñar a profesores y alumnos a trabajar en la línea del espíritu de mi trabajo. Yo creo que es bastante, ¿no? Algunas veces me parece que me dejo llevar por la pereza, pero cuando pienso en todo lo que hago, creo que lo que de verdad necesito son unas vacaciones.
P. ¿Y cómo mantiene su pasión por el teatro?
R. Sin esfuerzo. Intento hacer lo que quiero, siempre que me es posible.
P. ¿Es todo?
R. Bueno, echo mucho de menos no estar trabajando en Valencia, porque la siento siempre muy cerca, siempre en mi corazón.
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