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Columna
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El liderazgo de Feijóo

A veces nos olvidamos todos, especialmente los que gobiernan y, dentro de éstos, los socialistas, de que en Galicia hay un partido que tiene más votos que los demás: el Partido Popular que preside Alberto Núñez Feijóo. Sin embargo, por alguna extraña razón -o, en realidad, no tan extraña-, ni siquiera los medios de derechas apuestan por sacarle brillo a este joven tecnócrata. Es, quizá, una consecuencia más de que el bipartito clonó el oficialismo mediático que impulsó el fraguismo, algo siempre poco sano para la democracia.

El PP gallego es un gran partido, tiene un líder brillante y si pasa tan inadvertido como parece que pasa, debería hacérselo mirar. De momento, la pérdida de lustre mediático del PP se ha dejado notar poco en las urnas, pero todo parece indicar que las cosas pueden ir a peor. Ya lo fueron cuando el PP gallego se dejó llevar por esas obsesiones de la caverna madrileña que quiere sacarle punta a cosas tan surrealistas como que el castellano peligra en Galicia.

Feijóo tiene la misión de afianzar un galleguismo compatible con el nacionalismo moderado

Por fortuna, también para Galicia, Mariano Rajoy se está llevando por delante a políticos españolistas radicales y excluyentes como Ángel Acebes, y aunque el líder del PP no es precisamente un abanderado del galleguismo, sí tiene la inteligencia suficiente para saber que como el PP no se pegue al terreno en Galicia, lo que se va a pegar es otra cosa. En otras palabras, que en menos de un año habrá elecciones en Galicia y el PP se la juega.

Tan liadas andan las cosas en las filas populares que en la sala de máquinas del PSOE ya hay quienes quieren calentar los motores e ir a por todas en Galicia; es decir, tratar de desplazar al PP de su liderazgo, para desde esa posición mirar al BNG y decirles: o nos dejáis gobernar en solitario o repetimos la jugada de Vigo, de tan mal recuerdo para los nacionalistas, cuando permitieron que gobernase el PP de Corina Porro.

No será nada fácil que el PSOE adelante al PP pero es una hipótesis que hace poco tiempo no estaba en ninguna agenda. Por eso mismo, Feijóo tiene una misión más, que pasa por centrar su partido desde el punto de vista ideológico, para que los socialistas no puedan hablar de derechona, y por afianzar un galleguismo capaz de ser algún día compatible con el nacionalismo moderado que abandera Anxo Quintana.

Si Aznar aportó algo interesante a la táctica política fue su capacidad para vender centrismo en el 2000 y, a la vez, ayudar a IU, achicando así los espacios del PSOE. Por fortuna para la viveza de la propia democracia, en Galicia no estamos en un escenario propicio para la mayoría absoluta, pero hay enseñanzas que siempre se pueden adaptar a las circunstancias, a riesgo de que lo hagan otros antes.

Todo ello no quiere decir otra cosa que Feijóo está llamado a mantener la posición ganadora de su partido y a saber tender la mano a los nacionalistas, ya que sólo los poderosos pueden ser generosos. Si, por el contrario, pierde el liderazgo y no sabe buscar aliados, aunque sea a medio plazo, su difícil misión se convertirá en un rotundo fracaso.

Dentro, Feijóo ya lo tiene mejor. El grupo parlamentario le apoya, ha renovado el partido en Lugo con Barreiro, va por el buen camino en A Coruña, con el respaldo de Negreira, y sabe que tiene que hacer cambios en Pontevedra y en Ourense, donde podrían emerger alcaldes como los de Barbadás o Leiro para sustituir a un quemado Baltar. En la provincia de Pontevedra tiene mucho más donde elegir, si bien la opción de la ex alcaldesa de Vigo Corina Porro parece la mejor. Y a estas buenas expectativas en Galicia puede sumar su privilegiada relación con Rajoy y Gallardón, sin que por ello Esperanza Aguirre y su gente le tuerzan la cara.

Fuera, ya sabe lo que hay: o sienta las bases para entenderse con los nacionalistas, como también hizo Aznar con CiU y el PNV, o seguirá amarrado al duro banco de la oposición. Y no sólo él, sino todos sus candidatos a infinidad de ayuntamientos, donde ganan pero luego miran como gobiernan otros. La cosa es bien sencilla. Otra cosa es que todavía quede gente en el PP que sueñe con las históricas mayorías de don Manuel -esa historia que no siempre se repite- o que vea peligrar el castellano en Galicia.

xeira@mundo-r.com

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