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Muere acuchillada una anciana de 82 años en Majadahonda

"Pensé que había sido la hija, que está loca; no la nieta"

A María Teresa Trauschke, de 82 años, le guardaban todos los días una barra pequeña en la panadería de la urbanización Las Huertas, en Majadahonda. Nunca faltaba a recogerla. "Ésa es la suya. Ahí sigue. Después de oír en la radio lo del crimen y ver que no venía a la hora habitual, después de misa, he sabido que era ella", contaba ayer Charo, la panadera, enfrascada en despachar a un cliente y, a la vez, ponerle al corriente de lo sucedido. "¿Aquí, en la urbanización?", se extrañaba el hombre. "Sí, y parece que ha sido su nieta".

Cuando la Guardia Civil llegó, hacia las siete de la mañana, a casa de María Teresa, la encontró en el suelo, muerta, con múltiples heridas de arma blanca en cuello, pecho y espalda. Los vecinos habían llamado alertando de ruidos y gritos. En el piso, el 3º D del número 9, sólo estaba su nieta, Victoria G. G., de 33 años, que vivía con su abuela. Los agentes la detuvieron.

No era la primera vez que la Guardia Civil de Las Rozas tenía que acudir a ese domicilio para apaciguar discusiones, aseguran fuentes de la investigación. Hay una denuncia de hace sólo dos meses. Sin embargo, los vecinos repetían ayer que las dos mujeres tenían buena relación. "La abuela dio la vida por ella, la crió", afirmaba, todavía incrédula, una residente del edificio, de tres plantas y sólo 10 vecinos. "Al principio pensé que había sido la hija, que está loca, no la nieta".

María Teresa, a la que llamaban Teté, cuidó durante muchos años de sus dos nietos, Victoria y un hermano unos años más joven, Sergio. Son los hijos de su hijastra, Maite, que según relataron varios vecinos y un amigo de la familia, hace años tuvo problemas psiquiátricos y llegó a agredir a su madrastra.

Desde entonces, apenas se la veía por allí. En la urbanización era vox pópuli que un juez había dictado contra ella una orden de alejamiento. "Pero a veces venía y se dedicaba a chinchar", recordaba José, amigo de la infancia de Victoria, que mantiene el contacto con Maite. "Me llegó a decir que no quería saber nada de sus hijos porque se pusieron de parte de la abuela".

Sobre la presunta homicida, buenas palabras. José la describía como "reservada" y los vecinos, como "una chica normal" y "agradable". Estudió marketing y dos idiomas, según José, y últimamente estaba en paro. Su coche, un Peugeot 206, seguía ayer en el aparcamiento del edificio. Por allí sacaron los servicios funerarios el cadáver de su abuela. Y por allí salían y entraban los vecinos para evitar a los periodistas. "Es una de mis mejores amigas", alcanzó a decir, muy afectada, la vecina del piso de al lado mientras se metía en el coche con su madre y su hermana.

Muy conocida

María Teresa era muy conocida en la urbanización. Un barrio acomodado, donde viven muchos militares, de sólo 500 viviendas rodeadas de árboles y zonas verdes. Participaba en los actos sociales que se organizaban, como la comida de los miércoles que reunía a las personas mayores del vecindario. También daba clases en el club social, de pintura entre otras cosas. Dos chicas recordaban ayer que había sido su profesora de catequesis. María Teresa era muy religiosa, "de misa diaria", según las vecinas.

Fadi, que se encarga de la limpieza de los portales de 10 bloques de la urbanización, también la conocía. Ayer se enteró de lo sucedido porque la Guardia Civil no la dejó entrar a limpiar, como cada día. "Era una mujer muy simpática. Hablábamos porque yo soy marroquí y ella vivió muchos años en Tetuán con su marido, militar, que estuvo destinado allí". "Estaba estupenda a pesar de su edad", afirmaba una vecina, médica, que trataba a María Teresa en su consulta de Majadahonda. Desde su ventana, justo enfrente, pudo ver cómo se llevaban detenida a Victoria: "Cogida entre dos, descalza, y le decían que se callara".

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