_
_
_
_
Entrevista:MÚSICA | Entrevista

La niña Concha

Amelia Castilla

Su voz áspera, de fumadora empedernida, un estilo musical que navega entre la copla, la música africana y el jazz y una filosofía que ella misma denomina como "del todo a cien" convierten a Concha Buika (Palma de Mallorca, 1972) en una artista bastante inclasificable. Su nuevo trabajo, Niña de fuego, en el que repite con Javier Limón como productor, contiene 11 cortes, algunos compuestos por ella, en los que emociona con su particular y excesivo desgarro. El disco suena también como el resultado del grado de madurez que ha alcanzado tanto desde el punto de vista personal como del profesional. Para explicarlo, Buika argumenta que sabe cómo le latía la vida antes y cómo lo hace ahora, pero lo argumenta de una manera mucho más explícita: "¡Mami!, yo tenía 18 años y era un bombón. Tenía una piel y unas tetas estupendas pero no me sentía segura. Intentaba parecer más de lo que creía que era y era incapaz de hacer ciertas cosas. Sin embargo, ahora, que mi piel ya no es tan guay, me siento mucho más cómoda".

"Utilizo la música para limpiarme, para que no me hagan decir cosas, me resulta más fácil pedir perdón cantando"
"Si eres capaz de interpretar ante la tristeza, es que has entendido la funcionalidad del cante"

Su mánager le ha pedido que se arregle para la entrevista y María Concepción Balboa se ha puesto un short, una camiseta negra con un potente escote y el pelo negro suelto y ensortijado. Con esa seguridad de la que hace gala para usar el lenguaje popular, aclara que siempre ha pensado que son las canciones las que te buscan según el momento que vives, algo así como si quisieras reencontrarte con el momento que estás pasando. "Busco la redención a través de ellas", dice Buika. "Utilizo la música para limpiarme, para que no me hagan decir cosas, me resulta más fácil pedir perdón cantando". Siguiendo esa línea argumental, Buika se muestra desnuda en la portada del álbum, lo que parece un anuncio del contenido del disco. Niña de fuego, su tercer trabajo discográfico, recrea, además de sus propias composiciones, temas de Javier Limón, David Trueba y clásicos como La falsa moneda o Volver, volver. Se trata en todos los casos de canciones en las que las pasiones, el despecho y el desamor hacen estragos a cada paso. Sin embargo, Buika se siente en un momento de su carrera en el que parece capaz de comerse el mundo. El disco nuevo es la consecuencia de una temporada bastante increíble. Su disco anterior, Mi niña Lola, vendió más de 70.000 copias, se editó en 15 países y le abrió las puertas de París, Londres, Nueva York, Tokio y México.

Ella, que es española de primera generación y descendiente de guineanos, donde ubica a sus ancestros, se siente heredera de muchas de las tradiciones africanas. Un primo suyo le suele decir que interpreta con el corazón abierto. "El africano siempre piensa que el fin de cantar es únicamente cantar, no hacerlo bien o mal. Si eres capaz de interpretar ante la tristeza es que has entendido la funcionalidad del cante, y eso no es algo que en ese continente se haga para ganar dinero, sino como ejercicio catártico, el dinero llega más tarde". Por eso lleva tatuado en el brazo Kitailo, el nombre tribal de su abuela, con el que quiere homenajear a todas las "princesas" de su familia.

Buika ha cantado desde que era una niña y puede hacerlo en todos los registros. De su madre aprendió a escuchar las grandes voces del jazz, pero en el barrio de Palma donde creció también se colaban las coplas de toda la vida. De jugar con los niños gitanos en la calle, donde escuchó sus primeras notas flamencas, pasó a cantar en los bares y clubes de la isla, grabó temas house, colaboró con La Fura del Baus y acabó en Las Vegas, donde trabajó en casinos parodiando a Tina Turner y a The Supremes. Puede sonar pelín patético pero, una vez superado el cliché, Buika aprovechó el momento para hacer una inmersión en el mundo del jazz, "un estado musical con un sonido que libera, atrapa y envuelve" y que le ha dado la base para entender todas las demás músicas. Finalmente, acabó por hartarse de todo ese rollo y se instaló en Madrid -"echo mucho de menos el mar"-, donde empezó una carrera musical que no ha dejado de crecer. Rebelde por naturaleza, no admite más religión que la música. Tampoco le gustan las etiquetas ni cree que lo suyo sea un cruce entre el flamenco y el blues. "Los estilos musicales se corresponden con la manera de expresarse de los pueblos y llevan más verdad que lo que mucha gente cree. Detrás de cualquier género hay gente tratando de contar algo y eso es sublime". Suelta las frases así de corrido pero al poco de acabarlas rubrica que ella es una completa ignorante y que se trata sólo de su punto de vista. Confía totalmente en el poder de una voz y unos acordes, sonidos, dice, capaces de superar incluso el racismo. Para explicarlo saca a colación el caso de Billie Holiday, una artista que hacía llorar a blancos que se negaban a sentarse a su lado en los autobuses.

Entre pitillo y pitillo, Buika desgrana su manera de trabajar. Compone sola en su casa o en los hoteles cuando se encuentra de gira. "Nunca paro de componer, estoy haciendo música todo el rato". Cuando cree que tiene una canción se marcha al estudio y hace que el pianista Iván González Lewis -su "Melón"- se haga cargo de la música. Un ejemplo. Miénteme bien, una especie de bolero-ranchera, compuesto por ella que se incluye en el disco y que canta sola acompañada del piano de Melón, es el resultado musical de una noche de despecho, cuando Chavela Vargas, recién llegada a Madrid en octubre de 2007, decidió no invitarla al escenario del teatro Albéniz a cantar con ella. "Mentiras que sientan tan bien que parecen verdades ocultas", canta Buika. La relación con Chavela cambió completamente cuando ambas volvieron a encontrarse en México, durante una actuación de Buika. Ahora son buenas amigas y por eso la mallorquina ha incluido como homenaje a esta artista su particular versión de Volver, volver. En el disco brillan también las composiciones de Javier Limón. "Limón y yo tenemos una relación de amor, artísticamente hablando. Él me sabe y me escribe y, el muy sinvergüenza, es capaz de escribir lo que yo escribiría y no sé cómo expresar". -

Niña de fuego. Concha Buika. Sale a la venta el próximo día 20.

La cantante mallorquina Concha Buika, fotografiada en Madrid.
La cantante mallorquina Concha Buika, fotografiada en Madrid.LUIS SEVILLANO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_