Flores de metal
LEMMY tiene una verruga del tamaño de una cereza. También una voz áspera y cascada. Hace ahora dos años el cantante de Mötorhead se fumaba un cigarro, con cara de pocos amigos, mientras Pete Doherty hacía el cafre por los camerinos del festival Primavera Sound. Lemmy y sus dos compinches de grupo fueron en 2006 cabezas de cartel del certamen indie catalán. ¿Un irónico guiño al metal o intrusismo laboral? Quizá las dos cosas. No conozco a ninguno de los grupos que tocan esta noche. Ni me importan?, decía entonces Lemmy calado en su sombrero de vaquero. Mientras me paguen.... Lo mismo respondía el estadounidense, de 62 años, cuando se le preguntaba si sabía que la camiseta más vendida esa temporada en H & M llevaba el logotipo de su banda, una bestia de cuernos y colmillos demoniacos. Al principio no nos querían pagar por utilizarlo. Se aprovecharon de que es un logotipo cojonudo, decía. Tuvimos que poner orden, y ahora nos da igual que lo utilicen. Mientras me paguen....
Quien piense que el heavy metal está agonizante sólo tiene que echar un vistazo al cartel de algunos de los próximos festivales: Kiss, Iron Maiden, Metallica, Ted Nugent, Europe, DIO, Judas Priest? son algunos de los clásicos que pasarán este verano por España. Un año inédito lleno de estrellas que todavía mueven a millones de personas y de euros. ¿Quién dijo que el metal estaba muerto?
KISS, EL BESO DE ORO
Un total de 1.500 cuerdas de guitarra, 151.000 púas, 60 kilos de maquillaje, 150 pastillas de sangre (de broma, se supone) y un millón de dólares invertido en pirotecnia. Así es el universo Kiss, que tras más de 10 años sin actuar en España estará el 21 de junio en el festival Kobetasonik, de Bilbao (un día antes, en el mismo sitio y a la misma hora, Rob Halford volverá a vestirse de cuero al frente de Judas Priest). Kiss siempre fueron un circo. Una increíble máquina de hacer dinero. No importa que sus canciones no suenen en la radio y que sus discos no tengan buenas críticas. Las carencias musicales se suplen con dinero. Y ellos tan contentos. Ahí van algunos ejemplos: la Kiss Army, el club de fans oficial creado en 1975, reporta a la banda millones de dólares al año. Eso sin hablar del dinero que obtienen con los muñequitos oficiales y las tarjetas de crédito personalizadas con las fotos del grupo. Incluso Gene Simmons, el controvertido bajista y cantante, del que se dijo que su lengua era un injerto de vaca, ha sabido sacar partido económico de un supuesto escándalo sexual (fue cazado con una rubia neumática que no era su mujer, también neumática). En realidad se trataba de una publicidad sobre una bebida energética. Más pasta: por 875 euros el grupo ofrece un bono que incluye una visita guiada por la prueba de sonido, una camiseta y una foto con sus miembros.
IRON MAIDEN Y SU ?JET? PRIVADO
Casi 20 discos y millones de ejemplares vendidos dan para mucho. Incluso para comprarse un reactor privado. Una especie de Air Force Maiden pilotado por el propio cantante Bruce Dickinson y con el que el grupo británico se mueve por el mundo. Iron Maiden estarán el 11 de julio en Mérida (Festival Vía de la Plata), y el 12 en Zaragoza (Metalway). A través de www.bruceair666.com, y por algo más de 400 euros, los seguidores del grupo pueden reservar su billete de avión, una entrada para el concierto y desplazamiento al hotel. Un lujo para sibaritas del metal.
TED NUGENT, EL CAVERNÍCOLA
Sólo como lo que cazo, repite Ted Nugent cuando se le pregunta por sus hábitos alimenticios. El estadounidense es la versión republicana de Ozzy Osbourne. Miembro de la Asociación del Rifle y enemigo de los hippies (Los odio. A ellos y a sus drogas?, ha dicho en alguna ocasión), Ted volvió a vivir una segunda juventud cuando protagonizó, hace tres años, Surviving Nugent, un reality show en que él, como protagonista, se divertía con varios pijos de ciudad a los que se llevaba de caza. Ted vive como un rey (de la selva) gracias a los safaris que organiza y en los que, por 575 dólares, padre e hijo pueden pasar un día juntos cazando (alojamiento y taxidermia de las piezas cazadas incluidos). Nugent pasará por España (sin armas, esperemos) el 11 de julio, en el Monsters of Rock de Zaragoza, donde también estarán Deep Purple y...
TWISTED SISTER, RESUCITADOS POR LA GRACIA DE ESPAÑA
Es inevitable no sentir cariño por estos cinco perdedores. Nunca se hicieron ricos, pero sus canciones I wanna rock, por ejemplo? siguen siendo himnos del metal. Sus maquillajes no son tan glamourosos como los de Kiss, pero tienen su encanto. A mediados de los noventa, cuando estaban a punto de separarse, recibieron la llamada de un promotor español que les devolvió la vida. No teníamos muy claro dónde estaba España, dijo el grupo en privado, ni que fuese un país tan rockero. Ahora volveremos para dar las gracias.
Poco lujo ibérico
En los años ochenta el heavy español vivió su gran momento. Barón Rojo y Obús eran dos de los grupos más grandes de España y triunfaban también en Europa y Latinoamérica. Pero hoy, ellos no tienen aviones privados ni grandes mansiones. Eso queda reservado para la nueva hornada con Mägo de Oz a la cabeza.Aquí en España los jevis no se han hecho ricos con su música. Los cantantes de las dos bandas clásicas de rock duro nacional han tenido que buscar trabajos paralelos para sobrevivir. No hay mansiones ?ni siquiera un pequeño piso en La Moraleja?, y nuestras estrellas no protagonizan realitys ?aunque no sería mala idea?. Así, Fortu, cantante de Obús, regenta un asador en Chinchón, con una pierna de cordero que, según los entendidos, es exquisita. El líder de Barón Rojo trabaja como transportista entre concierto y concierto. Pero sería un delito hablar de crisis en el heavy español. Hace una semana, el festival Viña Rock reunió a 70.000 personas, cada vez hay más festivales duros, los bares están llenos y hasta tienen su propia radiofórmula, Rockservatorio FM, con ?24 horas de rock?. En el bar Excálibur (Cascalerías, 11) situado en el corazón del barrio madrileño de Vallecas, no sólo se practica cada fin de semana la guitarra imaginaria: si suena Mägo de Oz la pista se llena de air violines. Y para entrar se forman unas colas en la puerta que ya las quisiera Pachá. Vale, no hay champaña y fresas, pero los minis
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