Un anciano muere amordazado y maniatado durante un robo en su casa
La muerte del hombre, de 84 años, conmociona a los vecinos de Aravaca
Víctor Laureano Garrido Rodríguez se vistió el pasado miércoles con sus mejores galas. A sus 84 años estaba de un excelente humor, casi eufórico. Se puso su mejor traje, según memoria de quienes compartieron aquel día con él, y se fue a la calle a dar su paseo de todas las tardes por el centro de Aravaca, su barrio. Se sentó en el mismo banco de madera de todos los días y se puso a leer frente al estanco donde compraba el tabaco para pipa que solía fumar.
El cadáver no tenía otros signos de violencia y la puerta no estaba forzada
Pero ayer el banco de Víctor estaba vacío y mojado por la lluvia. La noche anterior la policía había encontrado su cuerpo maniatado y amordazado. El cadáver no presentaba otros signos de violencia, por lo que la policía sospecha que alguien entró a robar en la casa, e inmovilizó al anciano, que habría muerto de causas naturales, según la policía. La puerta del domicilio no estaba forzada.
Monago, como era conocida la víctima porque en su juventud fue monaguillo, estuvo sentado en el banco hasta poco antes de comenzar el partido de fútbol que enfrentaba al Real Madrid y al Barcelona en el estadio Santiago Bernabéu. Sobre las 21.30, apoyado en su bastón, se fue a casa a ver el encuentro. "Me dijo que estaba muy contento, que se iba a cuidar más y ser más feliz", relata una señora mayor que asegura haber sido la última que le vio en la calle. Garrido vivía solo. Su mujer murió hace unos 10 años.
Dos horas más tarde, dos hermanas jóvenes que viven en el mismo edificio entraron en el portal y vieron que la puerta del piso de Garrido, en la planta baja, estaba abierta. Se extrañaron y entraron con preocupación. Una de ellas encontró el cuerpo tendido en el suelo, en posición fetal. Una mordaza le cubría la boca y tenía las manos atadas sobre el estómago. La televisión seguía retransmitiendo el partido. "Estaba todo revuelto y pensé que era un asesinato. Llamé al 112 y a la policía", relata una de las hermanas con lágrimas en los ojos. "Era un hombre normal. Era mayor y no tenía mucho que hacer", añade apoyada en el brazo de su hermana. Ayer por la mañana la policía seguía investigando en casa de Garrido. El dueño de una tienda cercana asegura que el fallecido contrataba asistentas "para que le limpiaran y le cuidaran". "Le duraban muy poco. Seis o siete meses como mucho", desliza. Ayer, varios vecinos le vieron del brazo de una mujer robusta de piel morena. "Era la última que tenía en casa", explica una vecina.
Víctor Laureano vivía en el número 2 de la planta baja de un edificio de tres plantas y de ladrillo visto en el número 30 de la calle de Berenisa, en el casco viejo de Aravaca. Junto a la puerta del bloque de viviendas, una vieja placa con el yugo y las flechas del Ministerio de Vivienda indica una promoción de pisos protegidos de hace 40 años.
Monago trabajó durante años como contratista en el pueblo. Por eso era conocido por muchos vecinos. "Hizo dinero vendiendo unos terrenos. Hace unos años vendió una casa más grande y se quedó con ese pisito", cuenta un hombre en una peluquería cercana. Al lado del domicilio de la víctima está la parroquia del barrio. "Era muy católico. Iba a ayudar en los oficios y recogía el cepillo en misa", dice una vecina.
La víctima tenía tres hijos pero ninguno vive en Aravaca. Uno de ellos es policía municipal en Pozuelo, según José María, el propietario de la tienda de estética del centro del barrio.
Los vecinos de Aravaca estaban ayer conmocionados por el suceso del miércoles. Muchos se preguntaban si el barrio era suficientemente seguro. "Cuando éramos un pueblo vivíamos mejor", revela un tendero.
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