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Reportaje:

La gallega que vigila las algas

Débora Iglesias publica un estudio pionero sobre la acidificación de los oceános

El agua de los océanos se acidifica. Una gran parte del CO2 que los humanos emitimos a la atmósfera acaba siendo absorbida por los mares y dañando especies marinas como los corales. La doctora Débora Iglesias-Rodríguez, una viguesa emigrada al Reino Unido, sabe mucho de lo que pasa en el fondo de los océanos. Su equipo del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton, al sur de Inglaterra, ha publicado un artículo en la revista científica Science alertando de las consecuencias de este problema para el cambio climático.

Débora Iglesias contesta al teléfono con un alegre "hello". Dejó Galicia a los 22 años. Después de licenciarse en Biología en la Universidad de Santiago, se fue a Gales para hacer su tesis doctoral y desde entonces no ha vuelto a España: "La vida de un científico es como la de un artista, no se pueden desaprovechar las oportunidades". Débora las ha cogido todas al vuelo. Una de ellas la llevó a Estados Unidos. Ni más ni menos que a la NASA (National Aeronautics and Space Administration), donde participó en varios proyectos de investigación. La doctora guarda muy buenos recuerdos de esa época: "Trabajé con profesionales que admiraba. Tuve suerte y aprendí muchísimo".

La bióloga viguesa demuestra que el CO2 atmosférico daña especies marinas
Iglesias dirige un equipo en el Centro Oceanográfico de Southampton

Pero el sueño americano terminó porque, dos años más tarde, las oportunidades estaban otra vez en el Reino Unido. Cambio de rumbo. Después de trabajar como profesora en la Universidad de Nottingham, se marchó a Southampton, donde se instaló definitivamente. Allí da clases en el Centro de Oceanografía y dirige un equipo de investigación en la sección de Biología Molecular Marina.

Ahora tiene 40 años y ya piensa en volver a Galicia. "Desde que me fui, han cambiado muchas cosas y, por supuesto, España invierte más en ciencia que cuando yo me licencié". Pero a pesar de los avances, Débora no volverá a cualquier precio. Sabe que ha llegado "muy lejos" y tiene claro que sólo regresará si consigue un buen puesto.

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Su último éxito en el Reino Unido se lo debe a unas plantas microscópicas que viven en los océanos. Se llaman cocolitóforos. Su equipo investiga con estos organismos unicelulares que se pueden ver por satélite tanto en los polos como en zonas tropicales. "Son cosmopolitas", bromea la doctora. Los cocolitóforos ejercen un doble efecto. Generan CO2 cuando producen placas de carbonato cálcico; y lo absorben cuando realizan la fotosíntesis. "El estudio demuestra que durante los últimos 220 años, estas especies han incrementado su masa de carbonato cálcico en un 40% debido, en parte, a los altos niveles de dióxido de carbono producidos por la actividad humana". Eso significa que cada vez hay más CO2 en los océanos, más acidificación en el agua y más riesgo de dañar las especies marinas.

En 2000, otra investigación demostró que los cocolitóforos absorbían ese dióxido con su propia fotosíntesis, pero el equipo de la doctora Iglesias sostiene que ya no es así. "La cantidad de carbonato cálcico producida en los océanos no se consume totalmente y tiene ya una influencia directa sobre los niveles atmosféricos de CO2". Eso, añade la doctora, "repercute en la predicción de los ciclos futuros del carbono marino y en el cambio climático".

Iglesias echa de menos el clima y la vida "mucho más barata" de España. Su familia sigue en Galicia, pero reconoce que los 20 años de emigración le han valido la pena porque ha vivido "experiencias muy positivas tanto en el Reino Unido como en América". Su madre sigue de cerca su carrera desde el principio. No sólo sabe qué son los cocolitóforos con los que investiga Débora, sino que conoce la forma y el color que tienen porque se dedica a dibujarlos. Rosa Rodríguez pinta microorganismos con acrílicos. Una de sus series se llama Coccolife en honor a estas algas.

Su hija continúa investigando con ellas. Mientras la doctora Iglesias busca cómo volver a su tierra sin renunciar a seguir mejorando en su carrera, el equipo que dirige en Southampton trabaja en el norte del Atlántico. Su objetivo es descubrir cómo afecta a los ecosistemas marinos más vulnerables la acidificación de los océanos, según Iglesias, "una de las principales preocupaciones medioambientales y sociales del siglo XXI".

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