Fama
A los chicos que buscan la fama en la televisión, a los que buscan el triunfo o lo que sea, a los que se indignan por las burradas del tal Mejide (el último enganche entre OT y la audiencia), habría que ponerlos ante el caso de Andrés Pajares. Que fue un cómico popular y un actor de talento, un famoso, antes de ser un enfermo. Y es ahora carroña televisiva, un cuerpo con las vísceras al aire, exhibido para gozo del público: fama en estado puro. No hay nadie en España, ahora mismo, que no sepa la última de Pajares.
La crisis personal de Pajares constituye una noticia legítima, por supuesto. El humorista ha comparecido varias veces de forma voluntaria (hasta donde se pueda hablar de voluntad en alguien tan perturbado) ante las cámaras y ante la prensa, y ha mostrado en qué estado se encuentra. Cuando alguien entra en un bufete de abogados y ataca a varias personas está condenado a salir en los papeles; si es famoso (ah, la dulzura de la fama), está condenado a hacer portada. La mayoría de los medios se limitan a hacer su trabajo.
En Está pasando, esa gran escuela de periodismo televisivo financiada por Tele 5, hacen algo más que su trabajo. ¿Habíamos hablado de vísceras? Eso no les basta. Ni les basta acosar a los escasos familiares y amigos que acudían a la comisaría donde el hombre permanecía encerrado. Una señora, supuesta experta en la tragedia del humorista, pronunció ayer en el programa una frase de gran interés: "Dicen que presuntamente Pajares tiene dinero fuera de España". Por si no tuviera bastante desgracia el infeliz, ahí quedó, "dicen que presuntamente", una insinuación de delito fiscal. ¿De verdad hay que ensañarse hasta esos límites?
Eché un vistazo al destartalado blog de Pajares (blog.andrespajares.es), un espacio triste y semivacío, como una casa después de un desahucio. Había una entrada de este mes, un exabrupto contra Jesús Mariñas. Como un recordatorio de lo que significa un cierto tipo de fama.
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