El Chelsea vuela más alto que nunca
Drogba despacha al Liverpool y lleva al equipo londinense a su primera final de la gran corona
Cinco temporadas después de irrumpir en la City y tras haberse gastado 578 millones de euros, Roman Abramovich ha logrado un hito para el Chelsea, jugar una final de la Copa de Europa. Y, para más gozo del magnate, la gran cita con el Manchester United del próximo día 21, la primera de la historia con dos equipos ingleses, se disputará en Moscú, cuna del poderoso magnate.
CHELSEA 3 LIVERPOOL 2
Chelsea: Cech; Essien, Carvalho, Terry, A. Cole; Ballack, Makelele, Lampard (Shevchenko, m. 119); J. Cole (Anelka, m. 90), Drogba y Kalou (Malouda, m. 70). No utilizados: Cudicini; Belletti, Alex y Mikel.
Liverpool: Reina; Arbeloa, Carragher, Skrtel (Hyypiä, m. 22) Riise; Mascherano, Xabi Alonso; Kuyt, Gerrard, Benayoun (Pennant, m. 78); y Torres (Babel, m. 98). No utilizados: Itandje; Finnan, Leiva y Crouch.
Goles: 1-0. M. 33. Drogba. 1-1. M. 64. Torres. 2-1. M. 98. Lampard, de penalti. 3-1. M. 105. Drogba. 3-2. M. 117. Babel.
Árbitro: Roberto Rossetti (Italia). Amonestó a Xabi Alonso y Arbeloa.
42.000 espectadores en Stamford Bridge. El Chelsea, finalista de la Champions por un global de 4-3.
Sin el reputadísimo Mourinho, los honores son para el israelí Avram Grant
Los 'blues' estuvieron un escalón por encima de sus rivales, faltos de imaginación
Un guión que hubiera comprado a cualquier precio el mecenas del Chelsea, que, cosas del fútbol, ha alcanzado el pie del Everest sin el reputadísimo José Mourinho en el banquillo. Los honores le han correspondido al israelí Avram Grant, entrenador de perfil bajo que, por ahora, no ha producido grandes portadas. En el reino de la Premier nadie le ha prestado mayor atención. Lo cierto es que sin ningún altavoz a la vista, sin guerras dialécticas con otros colegas y un ombligo corriente, con Grant el Chelsea no sólo también le discute al United el título de liga. En la Champions consiguió ayer superar otro escalón imposible para Mourinho: el Liverpool de Rafa Benítez, que le eliminó en las semifinales de 2004-2005 y 2006-2007.
El cruce de este curso fue tan espeso como los anteriores. Tenso desde el sorteo, con dos equipos sin tránsito, a los que les gusta la vía directa y gobernar los partidos de forma ajedrecista. A la mejoría del Liverpool en la ida respondió el Chelsea con un primer tiempo más atrevido y punzante que el de los reds. Empujado por Ballack, más activo que de costumbre, y siempre con Drogba como diana para todos, el cuadro de Grant tuvo mayor firmeza. Antes y después del tanto de Drogba, originado tras una pérdida de Fernando Torres. A su estilo, sin pausa, con Drogba de amortiguador a la espera de la llegada de centrocampistas tan poderosos como Lampard y Ballack, el Chelsea estuvo un escalón por encima de su adversario, impreciso y falto de imaginación, con Mascherano errático a la hora de tejer el fútbol y Alonso con más vocación ofensiva. Este Liverpool está tan atento a procesar el partido que a veces se olvida del juego. Nada que no haya sido concebido en el pentium de Rafa Benítez.
Con el partido un tanto dislocado, el Chelsea encontró a Drogba, que remató con plomo un despeje de Reina. La jugada se había originado tras una pérdida de Fernando Torres, que minutos antes se ofuscó en un mano a mano con Cech, como ya le ocurrió en la ida. Al igual que entonces, Torres se lo pensó demasiado y no es su fuerte. Cuando improvisa se le agranda la portería. Le ocurrió en el tanto del empate, cuando reaccionó de forma instantánea tras un buen pase filtrado por Benayoun. Para entonces, el Chelsea ya había dado un paso atrás, como si así pudiera administrar el tiempo. Con Mascherano mejorado y Alonso sin perder el hilo, era el momento del Liverpool, pero este equipo también es proclive a la contención. Ni un solo desmadre.
Equilibrado el resultado, ya en la prórroga el encuentro se volvió más emotivo, aumentó el voltaje en las dos áreas, lo que privilegia a un jugador con la carrocería de Drogba, poderoso como pocos, con un turbo para la arrancada y un remate dinamitero. De Torres había menos rastro, esposado por Terry y Carvalho y con más dificultades el africano para el juego directo que desplegaba el Liverpool. Del asalto sacó partido el Chelsea, que vivió unos minutos de éxtasis. Primero con un gol de Essien, bien anulado por fuera de juego de varios compañeros. Luego marcó Lampard un penalti de Hyypia a Ballack y Drogba, cómo no, puso la puntilla a Reina. Justo antes, aún con 2-1, Benítez, de forma sorprendente, retiró a Torres para dar vuelo a Babel. Todo en el último tramo de la primera parte de la prórroga, un trecho vertiginoso que condujo al Chelsea a su tercera final europea, aunque el delantero holandés del Liverpool prolongara la incertidumbre hasta el final con gol que le regaló Cech. Pero el equipo de Benítez ya no tuvo remedio. Drogba le había birlado su tercera final en cuatro años.
Más bisoño en la competición, con dos Recopas en la mochila, para los blues será su primera final de la gran corona. Un club que llevaba décadas en tinieblas hasta que Abramovich abrió la caja y le convirtió en un poderoso transatlántico que hoy conduce con modestia Avram Grant. De la nada a la gloria, el fútbol a veces es generoso.
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