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Entrevista:RAFAEL RODRIGO | Presidente del CSIC

"Queremos atraer a los mejores científicos, españoles o no"

Tras más de dos décadas dedicándose intensamente a la investigación del cielo, sobre todo de atmósferas de planetas, Rafael Rodrigo, 55 años, matemático de formación, decidió "aparcar" por un tiempo la ciencia, como él mismo dice, y dedicarse a la política científica. Acaba de ser nombrado nuevo presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). No es un recién llegado a esta institución: ha sido director del Instituto de Astrofísica de Andalucía, gestor de los programas nacionales del Espacio y de Astrofísica, y en los últimos dos años, vicepresidente del CSIC. "Cuando eres crítico con el sistema debes estar preparado para que, si tienes la oportunidad de llevarlo adonde tú piensas, no decir que no", comenta Rodrigo en la sede central de este organismo, en Madrid. "Pero estoy convencido de que voy a volver a la investigación".

"La situación de los becarios ha mejorado, pero debe mejorar más"
"La tercera parte de los centros es de excelencia y otro tercio puede serlo"
"La ciencia básica es imprescindible para alimentar la innovación"
"Queremos capacidad de maniobra y que luego nos evalúen"

Con un presupuesto anual de 850 millones de euros, unos 13.000 trabajadores, de los que 3.300 son investigadores de plantilla, y más de 120 institutos, este organismo científico es el mayor de España, sin contar con la universidad, y afronta ahora una nueva etapa al haberse convertido en agencia.

Pregunta. En el CSIC hay institutos de excelencia incuestionada, pero no todos lo son. ¿Qué piensa hacer para que el CSIC sea globalmente un sello de calidad científica?

Respuesta. Estamos avanzando en esa línea. En el plan de actuación iniciado en 2005 todos los institutos fueron evaluados por comités científicos externos, independientes, y se aprobaron planes estratégicos y de actuación para cada uno de ellos.

P. ¿Qué problemas se identificaron?

R. Las dos críticas fundamentales fueron la falta de masa crítica y de internacionalización, porque tenemos muy pocos investigadores extranjeros. También se destacó que los directores de instituto no tenían los recursos económicos ni humanos necesarios. Podríamos decir que la tercera parte de los centros del CSIC son de excelencia, un tercio pueden llegar a serlo si se ponen los medios necesarios y el resto... hay que pensárselo bien.

P. ¿Y qué va a pasar con ese último tercio?

R. Estamos reagrupando centros y algunos desaparecen, pero creamos otros nuevos. En algunos casos la situación es compleja. Hay que tener en cuenta que la edad media en el CSIC es muy alta, lo que conlleva dificultades, y además el personal es funcionario.

P. Usted hace hincapié en la evaluación.

R. Se impone la cultura de la evaluación. Y el segundo plan estratégico, que estamos a punto de lanzar, va a ser más estricto aún. Los científicos no sólo lo entienden sino que lo desean.

P. La gran novedad ahora para el CSIC es su conversión en agencia. ¿Qué ventajas tiene?

R. Era absolutamente necesario cambiar nuestra figura jurídica, que estaba atrapada dentro de la Administración General del Estado. Ese corsé nos impedía competir con nuestros homólogos europeos. La Ley de Agencias nos permite más autonomía, más flexibilidad en la gestión de los propios recursos humanos y económicos.

P. Lo que no implica falta de control.

R. En absoluto. Queremos capacidad de maniobra y que luego nos evalúen, que nos exijan resultados y responsabilidades.

P. En más de una comunidad autónoma hay ya mecanismos para contratar a investigadores en mejores condiciones que en el CSIC. ¿Supone esto para ustedes ser menos competitivos?

R. Es cierto. Ese corsé que he mencionado no nos permitía competir en esto. Y un problema así hay que atacarlo de raíz. El desarrollo de la agencia permitirá al CSIC ser competitivo.

P. Todas los indicadores internacionales destacan la escasez de científicos en España. Pero los jóvenes investigadores españoles tienen muchos problemas para entrar en el sistema.

R. Lo que tenemos que hacer es ser competitivos y atraer a los mejores, sean españoles o no. Aquí la entrada en el sistema ha estado cerrada bastante tiempo, no había plazas suficientes y eso ha formado un tapón. Pero ese tapón está bastante disuelto ahora. En cuanto a la situación de los becarios, ha mejorado sensiblemente pero debe mejorar más. Para afrontar el problema de la carrera científica en España habría varias medidas. Una es ofrecer contratos estables sólo a los mejores, y dejando claro que si uno no pasa la evaluación al tercer año, el contrato no se convierte en indefinido.

P. ¿Cuándo van a estar el CSIC, y España, en condiciones de atraer a los mejores científicos internacionales?

R. Tenemos que tener una oferta atractiva, no sólo con sueldos competitivos sino también con condiciones adecuadas para que puedan trabajar, para montar su propio equipo.

P. El CSIC tiene un problema histórico con la escasez de personal técnico en los laboratorios.

R. La solución, también aquí, es hacer que la carrera de tecnólogo sea atractiva, y tenemos planes para lograrlo.

P. ¿Cuáles son las áreas de investigación prioritarias en el CSIC?

R. El foco se centra en nanociencias, energía y cambio global, pero está además todo el eje de investigaciones biológicas, el de física y tecnologías físicas, ciencias del patrimonio, etcétera.

P. Hemos escuchado estos días a los nuevos responsables del Ministerio de Ciencia e Innovación insistir precisamente en la innovación y en la urgencia de transferir los resultados de la investigación a los sectores productivos. ¿Dónde queda la ciencia básica?

R. Los responsables del ministerio tienen muy claro que no es posible innovar y transferir si no hay base. El CSIC lo tiene más claro todavía. Tenemos que ser una institución de generación de ciencia de excelencia, lo que debe ser la base de esa transferencia, pero ésta como valor añadido. Es como el plato de jamón serrano, que está muy bien, pero si a la vez que te lo comes no estás criando cerdos... Lo mismo pasa con la ciencia: la investigación básica es imprescindible para alimentar la innovación y la transferencia productiva.

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