13.000 corredores bajo la solana
Los maratonianos acusan el calor y las pendientes del trazado
Curiosa mezcla en el metro. Dos veinteañeras, ojos emborronados de rímel, cabecean en el vagón de la línea 2. Una apoya la cabeza en el hombro de la otra. Y se resbala. "Tía, no te muevas tanto...", balbucea. Un poco más allá, Antonio, con camiseta, deportivas y pantalones cortos, es la viva imagen de la frescura mañanera. "Llegamos un poco justos, ¿eh?", le dice una señora con idéntico vestuario. Son las ocho y media. "Habrá que dar ventaja a los kenianos", sonríe él. Pues no. Esta vez no. El XXXI Maratón de Madrid lo ganó ayer un madrileño, Chema Martínez.
Grupos de soldados paracaidistas cantaban al pasar por Fuencarral
¿El secreto? "Capacidad de sufrimiento", dice una veterana
Antonio, médico de 56 años, se enfrentaba ayer a su maratón número 16. Ha corrido los de San Sebastián, Barcelona, Palma, Vitoria, Bilbao... "Es mi manera de pasarlo bien y, además, de hacer turismo". Corre unos 60 kilómetros cada semana. Ahora tendrá que enfrentarse a 42. "Me gusta el reto mental que supone acabar, no venirte abajo". Su previsión: tres horas y media. Ánimo y hasta la meta.
"Me dan una envidia... Lo paso fatal", dice Gloria Blanco mientras desayuna en una cafetería de Alonso Martínez. Acaba de ver la salida, en el paseo de Recoletos, de los 13.000 participantes. Si no fuera por una rodilla que tiene fastidiada, se uniría a ellos. Resulta que, a sus 73 años, esta mujer ha corrido 15 maratones. El primero, en Nueva York, ¡y con 53 años! "Me atreví allí porque no cierran la meta, por tarde que llegues". De las seis pruebas madrileñas que corrió guarda recuerdos impagables, como el de la señora que, en Príncipe de Vergara, enchufaba el Aleluya de Händel al paso de los atletas: "Te ponía como una moto".
¿El secreto para aguantar los 42 kilómetros? Gloria se señala la sien con el índice: "Capacidad de sufrimiento". Durante la carrera, cada uno lo lleva como puede. Algunos, cantando. Varios grupos de paracaidistas de Paracuellos trotan marciales por la calle de Fuencarral: "Viva el vino de mi tierra / que a los muertos resucita / viva la gachí que tiene / un novio paracaidista". Uno incluso tiene ánimo para sujetar una bandera.
Desde la puerta de un bar de tapas, con un pie dentro y otro fuera, David y Óscar los observan. De cerca, sus caras confirman la sospecha: tras 10 horas, todavía siguen de marcha. "¿Si animamos? Sólo a los guapos". Se ríen. Un poco más abajo, Victoria, voluntaria, reparte agua. "¡Con tapón!", le piden constantemente. No puede ser. Cuenta que Medio Ambiente lo ha prohibido para reducir los residuos. "Menuda gilipollez", suelta. No lo entiende. Como si el resto de la botella no acabara en el suelo... En Sol, pasado el kilómetro 16, los corredores se encuentran con un brioso grupo musical sobre un escenario. En otro, aerobic. Al ritmo de Don't go breaking my heart, versión RuPaul, el monitor insiste: "Cuatro, tres, dos... ¡Estiro ahí!".
Lo peor está por llegar. Los que llegan a la meta, en el Retiro, se quejan de dos cosas: del calor y del trazado del tramo final. Demasiadas cuestas. Manuela, italiana de 28 años, es una de los muchos extranjeros que participan en el maratón. Para ella es el tercero. "Ha sido muy difícil, con muchas subidas y bajadas, no como Berlín, que es todo plano". A pesar de todo, repetirá. Le ha encantado, dice, escuchar cómo el público jaleaba su número de dorsal en castellano. "La gente es más cálida aquí", subraya. Aprovechará para visitar Madrid con su novio Michele, también corredor, que la espera exhausto sentado en el césped.
Valentín, funcionario madrileño de 45 años, llega exultante a la meta: 2 horas y 45 minutos. Y es su primer maratón. "A partir del kilómetro 37 ha sido muy duro, sobre todo los últimos cuatro. Hacía mucho calor". Salvador no se queja de su marca: 3 horas 46 minutos. No está nada mal para sus 61 años. "Dejé de correr y he vuelto después de jubilarme", cuenta.
Antonio, el médico que compartía vagón con las trasnochadoras, se retrasa. Llega a la meta 37 minutos más tarde de lo que había previsto. Hecho polvo. "Ha sido muy duro, por el calor". Pero está contento. Habrá maratón número 17.
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