Rajoy se presenta como el líder que une a la derecha
El presidente del PP ironiza que "algunos nunca se equivocan"
Todo el Partido Popular recuerda el momento en que Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, vio cómo casi todo el partido le daba la espalda por una frase. Fue en el congreso de 2004, y la frase, "algo habremos hecho mal". Era algo obvio, porque el PP acababa de perder las elecciones, pero a nadie le gusto escucharlo. Se llegó a calificar de alberticidio ese discurso.
Ayer, el presidente popular, Mariano Rajoy, mes y medio después de perder por segunda vez, hizo su primer atisbo de autocrítica: "Claro que hay muchas cosas por mejorar, ¡hasta ahí podíamos llegar!".
Poco después, lanzó un dardo no tan claro como el del sábado en Elche -"si alguien quiere irse al Partido Liberal, que se vaya"- pero sí para cualquiera que se dé por aludido: "Y luego, hay mucha gente perfecta, muchos que no se equivocan nunca, que aciertan siempre, y otros que no. Pero tenemos que trabajar más, hay que hacer un esfuerzo de que ese mensaje de libertad e igualdad llegue a todos los lugares de España".
Ni una palabra de las primarias que pide un compromisario madrileño y que el entorno de Rajoy descarta. El presidente del PP sólo dijo que en el congreso habrá "todo el debate interno que se quiera".
Después de semanas de silencio, y de reproches que han sentado mal en el partido -casi todos entendieron que responsabilizaba de la derrota a todos menos a sí mismo en su discurso en la Junta Directiva Nacional-, Rajoy parece decidido, una vez que se aleja la posibilidad de que Esperanza Aguirre le dispute la presidencia del PP, a construir un discurso para convencer al partido de sus bondades como líder en estos momentos difíciles.
El argumento fundamental es que él garantiza la unidad. Rajoy llegó ayer a utilizar para reforzar esa idea el fantasma de la derecha dividida durante la década de los años 80, lo que más temen los veteranos que vivieron esa época. "Yo trabajaré para que el PP sea un partido unido. La derecha española estuvo dividida durante muchos años: UCD, AP, PDP, PL... Cuando yo estaba en la Xunta, éramos cinco partidos. En 1989, hicimos una de las operaciones políticas más importantes de los últimos años. Integramos a todos: liberales, conservadores, democristianos, otros que venían de UCD. Dejamos el Partido Conservador en Europa y nos pasamos al Partido Popular".
Con ese mensaje, Rajoy recorre España para garantizarse el apoyo de todos los barones -obligados así a retratarse- y recoger cuanto antes cientos de avales que le permitirán exhibir un respaldo aplastante y desanimarán cualquier atisbo de alternativa.
Ayer fue el turno de Castilla-La Mancha, una comunidad con gran número de delegados. La presidenta regional del PP, María Dolores de Cospedal, es una mujer que vive entre dos amores: fue consejera de Aguirre, y se la considera cercana a ella, pero fue colocada en Castilla-La Mancha por Rajoy, y está tan bien considerada en el entorno del líder, sobre todo por sus buenos resultados electorales, que se ha especulado con que podría ser secretaria general. Rajoy lo descartó indirectamente: "Dentro de tres años será presidenta de Castilla-La Mancha".
Ella se encargó de enfatizar ese mensaje de unidad que justifica su apoyo a Rajoy: "Es el líder que necesita el PP. El que nos une a todos. El que vertebra este partido". También ofreció su receta para ganar: "No podemos permitir que a los ciudadanos les llegue manipulado el mensaje del PP, sobre todo en Cataluña y en el País Vasco".
Aguirre: "Je ne me présente pas"
La posibilidad de que Aguirre se presente como candidata alternativa a la presidencia del PP en el congreso del partido ha llegado tan lejos, que ayer le jugó una mala pasada.
El alcalde de Marraquech, Omar Jazouli, que estaba en Madrid para inaugurar el primer congreso internacional de Metrobús, espetó en público a la presidenta de la Comunidad: "Bon courage, j'espère que vous serez présidente [buena suerte, espero que logre usted ser presidenta]". Ella respondió rápidamente, en francés: "Je ne me présente pas [yo no me presento]".
El alcalde marroquí, un tanto cortado, no repreguntó, con lo cual Aguirre no pudo dejar la puerta abierta como acostumbra con su habitual "no es una decisión inamovible" o "si cambio de opinión...".
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