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Reportaje:Signos

Una deuda surrealista

Almería recuerda a Federico Castellón, uno de los grandes litógrafos del siglo XX

Pocos almerienses sabían de su existencia y, mucho menos, de su prolífica obra. Apenas nadie conocía que en el municipio almeriense de Alhabia nació, en 1914, uno de los artistas plásticos más emblemáticos del pasado siglo. Sin embargo, la obra del almeriense Federico Castellón -que emigró a Estados Unidos, con su familia, en 1921 a la edad de siete años-, está presente en todos los grandes museos de arte contemporáneo de Norteamérica, donde, además de desarrollar una brillante carrera como artista, desempeñó una extraordinaria labor docente en distintas universidades. La exposición Federico Castellón. De Almería a Nueva York, que se exhibe estos días en el Museo de Almería, organizada por la Consejería de Cultura, pretende saldar para siempre esa gran deuda de olvido e ignorancia de la tierra que le vio nacer.

Castellón, que pertenece al grupo de españoles adscritos al surrealismo y que desarrolló su obra fuera de su patria, murió en Estados Unidos hace ahora 36 años y está considerado uno de los grandes maestros del grabado litográfico del siglo XX. Becado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de la II República a instancias del pintor mexicano Diego Rivera, el almeriense fue un andaluz comprometido con su época y su entorno.

Encuadrado en el surrealismo, ya en 1935 le incluyeron en la gran exposición de París de Artistas Españoles/Americanos junto a Bores, Dalí, Gargallo, Miró, Juan Gris y Picasso, entre otros, en el Colegio Español de la Universidad de París. En 1936, a su regreso a Estados Unidos, fue invitado a exponer en la célebre muestra Fantástic Art, Dada, Surrealism, en el MOMA de Nueva York.

El Museo de Almería expone alrededor de 100 piezas acompañadas de textos, cartas, catálogos y documentos personales que muestran su pensamiento y trayectoria. De especial relevancia dentro del conjunto de la muestra son sus carpetas China, de 1950, un sensacional porfolio realizado tras su estancia en ese país. También es fundamental la carpeta La máscara de la muerte roja, inspirada en la obra de su escritor de cabecera, Edgar Allan Poe, porfolio de 16 litografías que realizara en 1969.

La de Almería es la primera exposición retrospectiva de carácter individual dedicada en España a la obra del artista almeriense, miembro del Instituto Nacional de Artes y Letras de Estados Unidos. Castellón obtuvo numerosos galardones de gran prestigio, como el Primer Premio del Concurso Nacional de Grabados de Artistas Americanos Asociados, que recibió en varias ocasiones, o la Medalla de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania, entre otros.

"Clamaba al cielo la ausencia expositiva española de Castellón, sobre todo teniendo en cuenta que en cambio otros creadores hispano-norteamericanos del siglo XX, como Rafael Sala, el narrador Felipe Alfau, Esteban Vicente (...) llegaron a conocer en vida -a diferencia de lo que le sucedió al de Alhabia- un reconocimiento español en algunos casos tardío, pero que con el paso del tiempo se ha consolidado", señala el crítico e historiador del arte Juan Manuel Bonet en el catálogo de la muestra.

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La recuperación de la figura de Castellón ha contado siempre con la infatigable lucha de la sobrina del artista, Elisa Castellón, que entró en contacto con la Galería Acanto de Almería -especializada en grabado y obra gráfica y coordinadora de la edición del catálogo junto al museo- hace siete años y dio a conocer la figura de su tío.

La muestra, que podrá ser visitada hasta el 1 de junio, se completa con un audiovisual realizado por el museo con la voz original del artista. Sus admiradores esperan ahora que se den nuevos pasos que coloquen a Castellón en el lugar que merece dentro del panorama artístico de su país natal.

El uso del simbolismo

Existe un catálogo del artista firmado por August L. Freundlich titulado Federico Castellón, His Graphic Works, 1936-1971, editado en 1978 por la Universidad de Siracusa. La publicación supone el catálogo razonado de toda su obra gráfica. Además, incluye extractos de una entrevista realizada al artista en 1971, pocos meses antes de morir con 56 años.

"El simbolismo que empleo reemplaza la filosofía que pretendo representar, y la filosofía es normalmente de una naturaleza tan abstracta que no la puedo ilustrar con acción, así que tengo que usar el simbolismo. Por ejemplo, si vas a realizar una pintura sobre el sufrimiento como emoción interior, no puedes identificarlo con una actualidad tal y como una mujer con un niño muerto a sus pies. Esto no es el sufrimiento, esto representa un tipo muy específico y no es en absoluto lo que quiero decir. Pretendo mostrar el sufrimiento en sentido abstracto; así que tengo que conseguirlo a través del simbolismo, lo que parece un poco raro a los demás. Les parece irracional", confesó Castellón.

El catálogo de Freundlich también ofrece pistas sobre el destino vital del artista que, con sólo siete años y un idioma desconocido en el barrio neoyorquino de Brooklyn, allá por los años veinte, encontró en el dibujo una válvula de escape. "Para él, fue una manera de expresarse a pesar de la barrera del idioma", apunta Freundlich.

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