El aprendiz de tiburón
El empresario Alan Sugar es el rey absoluto de un universo de capitalismo puro y duro encarnado en uno de los programas de telerrealidad más populares de la televisión británica. Al frente de El aprendiz ha logrado dejar reducido a un juego de niños los despiadados procesos de selección de personal que retrataba la famosa obra teatral El método Grönholm. La emisión es escenario de la pugna entre 16 concursantes por hacerse con un trabajo -126.000 euros anuales- en el imperio tecnológico de sir Alan, uno de los hombres más ricos del país. Para ello deben superar una serie de pruebas empresariales, desde inventar una marca hasta reflotar un negocio, sin reparar en codazos ni traiciones.
La fórmula está inspirada en el espacio homónimo que presentaba Donald Trump en Estados Unidos, y permite a su émulo británico desbrozar en la BBC su personal visión del mundo empresarial, que antepone la ambición de dinero y poder a cualquier escrúpulo. Admirado y odiado a partes iguales, Sugar ha vuelto a desatar la polémica en el estreno de la cuarta temporada al criticar las leyes laborales del Reino Unido que impiden a los empresarios formular preguntas sobre su vida privada a las aspirantes a un empleo. Es decir, reivindicaba el derecho del empleador a saber si la candidata planea, por ejemplo, tener hijos, porque no cree que las compañías tengan el "deber divino" de velar por la conciliación de la vida laboral y familiar. A sir Alan no le preocupa el alud de críticas recibido -miles de mujeres pierden su empleo cada año al quedarse embarazadas- porque El aprendiz alcanza audiencias millonarias y cuotas del 25,6%. Incluso ha apostillado que las féminas que ocupan altos cargos pueden ser más discriminatorias con las trabajadoras que los hombres.
Cada semana, el presentador apunta con el dedo acusador a uno de los participantes al grito "¡está despedido!". Muchos de los protagonistas de esa humillación pública han sabido, sin embargo, rentabilizar el poder de la televisión obteniendo puestos bien remunerados o estableciéndose con éxito por su cuenta. La ironía reside en que los ganadores de las tres pasadas ediciones tuvieron en cambio trayectorias laborales más que discretas. Sugar estará orgulloso de sus recetas, pero éstas no han resultado infalibles.
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