Triángulos homologados
Hace algún tiempo fue declarado obligatorio llevar dos triángulos reflectantes en el maletero del coche para señalizar correctamente la posición de un vehículo averiado en la carretera. Aunque muchos conductores ya los llevábamos, hubo que desechar los que había y comprar otros nuevos que estuvieran homologados por la Dirección General de Tráfico; requisito indispensable, nos dijeron, para evitar la multa.
La otra noche por una avería, tuve ocasión de utilizarlos y comprobé que parecían estar diseñados por Pepe Gotera y Otilio, pues el triangulito se deslizaba por la carretera como un velero de juguete en un estanque. Ni su peso era el adecuado (¿por qué tan livianos, si van siempre en el maletero?) ni los apoyos rozaban en el asfalto con el suficiente agarre a poco viento que soplara. En plena tormenta, y al no encontrar ninguna piedra por las inmediaciones, tuve que lastrarlo con una bolsa de herramientas que afortunadamente llevaba.
El gruísta que nos recogió, dijo que alguna vez el triángulo, impulsado por el viento (o por el rebufo de los camiones), se había deslizado hasta el carril contrario, obligando a los conductores que venían por el mismo a esquivarlo como podían, con el riesgo consiguiente
Uno, en su ingenuidad, siempre había creído que las homologaciones sirven para obtener un producto que cumpla los objetivos a que se destina, de la forma más sencilla y efectiva, pero es evidente que, en este caso, no. Y puede ser muy peligroso.