_
_
_
_
La carrera hacia la Casa Blanca

El acoso de Clinton muestra a un Obama defensivo y vulnerable

La aspirante demócrata acorrala a su rival en la recta final de las primarias

Antonio Caño

Pasado ya el tiempo de la efervescencia y la admiración ciega, el debate electoral sostenido en la noche del miércoles en Filadelfia fue el más difícil de todos los celebrados hasta ahora para Barack Obama, el que más claro dejó su vulnerabilidad como candidato presidencial. Sometido a un ataque sin piedad por parte de Hillary Clinton en todos los terrenos, especialmente en los que tienen que ver con sus valores y sus creencias, el senador de Illinois apareció frecuentemente a la defensiva, intentando vencer el estereotipo de un izquierdista despegado de las preocupaciones del americano medio y, por tanto, incapaz de ganar unas elecciones.

El senador trata de vencer el estereotipo de izquierdista incapaz de ganar

Una campaña electoral, en última instancia, es un esfuerzo por dejar una impresión entre los ciudadanos. Más que las propias ideas, importa la opinión que el público se haga de ellas. Hillary Clinton sabe que ya le es casi imposible ganar estas primarias mediante la simple acumulación de los delegados que se ganan en cada batalla electoral. Su única opción de obtener la candidatura es la de crear la impresión entre la élite del electorado -los superdelegados- de que Obama es un candidato muy frágil y que sólo ella ofrece garantías de éxito en las presidenciales de noviembre.

Se lo preguntaron directamente en el debate de Filadelfia: "¿Cree usted que Obama puede ganar la presidencia?". Su primera respuesta buscó escapatorias sobre su convicción de que los demócratas, así en general, recuperarán la Casa Blanca. Pero, ante la insistencia de los moderadores sobre si Obama, él personalmente, podría ganar, contestó: "¡Sí, sí, sí!", con una mezcla de rabia y resignación que se presta más al análisis psicológico que político.

Fuera de ese reconocimiento, Clinton hizo, como por otra parte mandan los cánones electorales, todo lo posible a lo largo del debate para demostrar las debilidades de su rival. Aprovechó la polémica desatada por la famosa frase de Obama sobre "la amargura" de los trabajadores sin empleo -"que los engancha a la religión, a las armas, al rechazo a los inmigrantes, al rechazo al que no es como ellos"- para poner en duda el respeto por parte de Obama a las tradiciones estadounidenses y resaltar su propio currículo conservador.

Las palabras de Obama reflejan "una incomprensión fundamental del papel que la religión y las armas juegan en Estados Unidos", dijo Clinton. "Puedo entender que a la gente le moleste escuchar esas cosas. Yo no creo que mi abuelo o mi padre se engancharan a la religión o a las armas cuando el Gobierno no atendía sus demandas".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Obama tuvo que responder sobre este asunto, pidiendo disculpas si había ofendido a alguien, pero insistiendo en que creía que existía "frustración" entre los trabajadores sin empleo y que esa frustración conducía a buscar refugio en la religión o las armas. Tuvo que responder también por no usar constantemente una insignia con la bandera estadounidense en la solapa -"yo vivo el patriotismo de una forma más profunda que en una insignia"-. Tuvo que responder de nuevo por haber tenido como pastor a Jeremiah Wright, cuyos puntos de vista más radicales sobre la política estadounidense volvió el miércoles a rechazar Obama. Y tuvo que responder también sobre un nuevo conflicto que Hillary Clinton puso sobre la mesa en Filadelfia: la relación del senador de Illinois con William Ayers, un antiguo miembro de Weather Underground, un grupo radical y violento de los años sesenta.

"Todo esto son problemas que despiertan dudas entre la gente, que despiertan preocupaciones sobre cómo vamos a enfrentarnos a John McCain [el candidato republicano]", manifestó Clinton. "Y, en esa materia [enfrentarse a los republicanos], yo tengo un bagaje acumulado por años".

Para Obama, al contrario, lo que está ocurriendo es un deliberado intento por parte de Clinton de dañar su imagen. "Tú coges la declaración de una persona sacada de contexto y la repites y la utilizas hasta la muerte; eso es lo que la senadora Clinton ha hecho en los últimos días".

Obama se mostró, además, harto de "este juego en el que cualquiera que yo conozca, no importa si lo conozco mucho o poco, dice algo inapropiado y yo tengo que responder por ello".

Obama está, en definitiva, sufriendo el calvario del favorito. El debate de Filadelfia fue para él un duro encuentro con la realidad.

Hillary Clinton hace un gesto mientras Barack Obama atraviesa el escenario detrás de ella en Filadelfia.
Hillary Clinton hace un gesto mientras Barack Obama atraviesa el escenario detrás de ella en Filadelfia.REUTERS

El problema de credibilidad de Hillary

El mayor aliado de Barack Obama en estos momentos, cuando los ataques de su rival arrecian y su inmunidad entre el público empieza a levantarse, es la falta de credibilidad de Hillary Clinton. Una encuesta publicada el miércoles por el diario The Washington Post y la cadena ABC refleja que casi 6 de cada 10 ciudadanos desconfían de Clinton. Es la peor cifra de la candidata demócrata en toda la campaña electoral. Sólo un 39% manifiesta confianza en la senadora de Nueva York. Barack Obama le saca una ventaja de 23 puntos en ese apartado.

En Pensilvania, donde se celebran elecciones primarias el próximo martes, Clinton lo ha intentado todo para ganar credibilidad: compararse con Rocky, beber whisky barato y presumir de larga afición a las armas.

En enero pasado, según la misma encuesta, un 56% de los estadounidenses tenía una opinión predominantemente favorable sobre Hillary Clinton. Esa cantidad ha descendido ahora hasta el 44%. Obama se mantiene en el 56%.

Con todo lo que estos datos tienen de inquietantes para Clinton, no son sorprendentes. A medida que la ex primera dama iba perdiendo elecciones primarias, ha ido también agudizando sus críticas a Obama como única forma de mantenerse con vida. Cerca de un 60% de los electores cree que ella es la principal responsable del actual clima de división entre los demócratas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_